En marzo de 2019, antes de la pandemia por COVID-19, la Organización de las Naciones Unidas estableció que la década comprendida entre 2021 y 2030 sería de prioridad para la restauración de los ecosistemas. De esta manera se busca reunir los esfuerzos políticos, civiles, científicos y financieros con un objetivo claro: contrarrestar el deterioro que han sufrido y que sufren todos los ecosistemas, como bosques y selvas, sabanas, pastizales, ecosistemas marinos y humedales, entre otros.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) están a cargo de liderar este decenio y dirigir los esfuerzos para lograr los objetivos propuestos. Oficialmente, dará comienzo el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente.

un repaso por los ecosistemas al día de hoy

En los últimos 50 años, la población mundial, la urbanización, el consumo y el comercio global han crecido enormemente. Esto ha impactado en los ecosistemas de todo el mundo y ha acelerado su degradación y destrucción. Actualmente, tres cuartas partes de la superficie terrestre (no cubierta de hielo) ya han sido alteradas y la mayoría de los mares están contaminados. Por lo que son pocas las áreas que permanecen prístinas, es decir, no modificadas por el ser humano.

La pérdida de la biodiversidad es un indicador clave del estado de los ecosistemas. Si consideramos el período comprendido entre 1970 y la actualidad, las poblaciones mundiales de animales vertebrados se han reducido en promedio un 68 % (Índice Planeta Vivo 2020). Y las poblaciones más afectadas han sido aquellas asociadas a ecosistemas de agua dulce.

Amazonia
En América Latina, las poblaciones de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces estudiadas se han reducido alrededor de un 94 %.

La degradación o destrucción de distintos ecosistemas junto con la pérdida de su biodiversidad ponen en riesgo la seguridad alimentaria y la salud de la población. Además, acrecienta el cambio climático, los conflictos sociales y las migraciones humanas, entre otras cuestiones.

A modo de ejemplo, cerca del 20 % de la superficie mundial cubierta por vegetación presenta una tendencia decreciente en su productividad. Esto se debe a la pérdida de su fertilidad como consecuencia de la erosión, el agotamiento de los nutrientes y la contaminación.

Por otro lado, la pérdida de biodiversidad está estrechamente relacionada con la aparición de enfermedades infecciosas de origen animal. Estas representan un alto porcentaje de las epidemias y pandemias actuales, incluyendo la de COVID-19.

orangutan sumatra

En camino hacia la restauración

Está demostrado que más de 2 mil millones de hectáreas de paisajes deforestados y degradados en el planeta cuentan con potencial para la restauración. El objetivo de esta década que inicia es lograr la restauración de 350 millones de hectáreas para 2030. Esto no solo incluye ecosistemas terrestres sino también humedales, manglares y otras zonas costeras, cuyo impacto es aún mayor que el de otros paisajes.

Si bien las acciones de restauración implican una inversión económica, se estima una importante ganancia en términos de bienes y servicios ecosistémicos. Pero esto… ¿qué significa? Veámoslo con un ejemplo sencillo.

La reforestación de tierras degradadas influye en el ciclo hidrológico de una región debido a que la vegetación absorbe y retiene parte del agua. Como consecuencia, el terreno tiene más capacidad para soportar las lluvias. Así, el cauce de los ríos y arroyos no se incrementa de manera repentina, ya que hay un menor escurrimiento del agua en comparación con un suelo que tiene escasa vegetación. Por consiguiente, se produce una regulación natural de las inundaciones. En última instancia, implica menos recursos económicos destinados a prevenir o paliar los daños causados por inundaciones. Recursos que se pueden redirigir a otras prioridades.

Por otro lado, la restauración de los ecosistemas conseguiría eliminar entre 13 y 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero de la atmósfera. También resulta fundamental para alcanzar varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en especial los referidos a la conservación de la biodiversidad, la erradicación de la pobreza y la salud y el bienestar social.


Fuentes:

- PNUMA

- WWF

- LANDSCAPE NEWS