Vuelos de 15 minutos o menos de personalidades como Taylor Swift, Kim Kardashian y Steven Spielberg en jets privados han desatado olas de rechazo entre quienes se sienten presionados para reducir su huella de carbono mientras multimillonarios usan sus aviones privados para volar distancias que podrían recorrerse en vehículos o trenes en un par de horas.

Una foto de Kylie Jenner y su novio Travis Scott delante de dos jets, acompañada del mensaje "¿Quieres tomar el mío o el tuyo?,” explotó las redes sociales en julio pasado.

La foto recibió además de 8 millones de likes, miles de críticas de personas que se cuestionan la utilidad de sus aportes personales contra el cambio climático versus la huella de carbono de estas celebridades.

"Podría reciclar todo, comprar toda mi ropa de segunda mano, compostar y cultivar mi propia comida por el resto de mi vida y ni siquiera comenzaría a compensar la huella de uno de estos vuelos", escribió al respecto la activista contra los trastornos alimentarios Cara Lisette.

Los datos de vuelo muestran que los viajes recientes de Swift y Kardashian arrojaron más dióxido de carbono en cuestión de minutos, que el que emite en promedio en un año una persona de la India.

Pero la emisiones de celebridades en el aire no son las únicas alarmantes; de hecho, representan sólo una fracción de las emisiones contaminantes en el mar.

Megayates como el barco de 162 metros de eslora del oligarca ruso Roman Abramovich, que cuenta con dos helipuertos y una piscina, emiten más CO2 que la mayoría de sus mansiones, aviones y limusinas juntos.

Un estudio publicado en 2021 estimó que el yate de Abramovich emitió más dióxido de carbono en 2018 que Tuvalu, una nación insular del Pacífico de 11.000 habitantes.

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Kylie Jenner y Travis Scott: \"¿Tu avión o el mío?\"

Niveles 'indignantes' de contaminación

Si bien las mayores desigualdades en las emisiones de carbono se han dado durante décadas entre países ricos y pobres; dentro de los países existen brechas notables entre estilos de vida limpios y sucios.

El 1 % de quienes más ganan a nivel mundial —alguien con un salario anual de unos 124.000 euros (132.000 dólares)- es responsable de una quinta parte del crecimiento de la contaminación por carbono en los últimos 30 años.

Los responsables viven en ciudades muy diversas, desde Miami a Mumbai.

"El 1 % más rico usa básicamente una cantidad similar al 50 % más pobre de la humanidad, y obviamente eso, solo en términos de escala, es una proporción indignante de la emisión total de carbono", explica Anisha Nazareth, científica del Instituto Ambiental de Estocolmo.

¿Por qué las ventanas de los aviones son redondas?

Y aunque la mayoría de las personas que se encuentran en ese tramo superior de ingresos no llevan el lujoso estilo de vida de los multimillonarios, sí dejan una huella de carbono significativa, pues los cruceros y los aviones comerciales siguen de cerca las emisiones de los jets y los megayates.

La aviación representa alrededor del 3% de las emisiones globales de dióxido de carbono, siendo la mayor fuente de contaminación entre quienes vuelan.

Los expertos estiman que solo entre el 2 % y el 4 % de la población mundial se sube a un avión cada año.

Impuesto a viajeros frecuentes, una propuesta

Los investigadores han explorado formas de minimizar la huella de carbono de los multimillonarios.

Al aumentar los impuestos, cerrar las lagunas legales y tomar medidas enérgicas contra los paraísos fiscales, los legisladores podrían evitar que los más ricos financien los excesos en carbono de sus lujosos estilos de vida.

También liberarían más dinero para invertir en la infraestructura de energía limpia necesaria para detener el calentamiento del planeta.

Pero las políticas para aumentar los impuestos a menudo enfrentan una feroz oposición.

"En realidad, vemos un apoyo sorprendente de los estilos de vida de los muy ricos", dice Stefan Gössling, profesor de la Universidad de Lund en Suecia. Las personas crecidas en culturas que idolatran a los ricos a menudo se oponen a las políticas que restringen sus vidas.

La carga de un impuesto a los vuelos, por ejemplo, afectaría principalmente a las personas más ricas, en particular a los viajeros de negocios.

En la UE, la mitad del gasto en viajes aéreos proviene del 20 % más rico. En EE. UU. y Canadá, el 19 % de los adultos que toman más de cuatro vuelos al año representan el 79 % de los vuelos.

Algunos científicos y políticos han pedido un impuesto de viajero frecuente, donde cada vuelo adicional que toma una persona conlleve un costo más alto.

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Un estudio publicado en octubre por el Consejo Internacional sobre Transporte Limpio, un grupo de expertos en medio ambiente, encontró que un impuesto global a los viajeros frecuentes podría generar los 121 mil millones de dólares que se necesitaría invertir cada año para descarbonizar la aviación hasta 2050.

Los viajeros frecuentes que toman más de seis vuelos por año, y representan solo el 2 % de la población, pagarían el 81 % de la inversión.

Los legisladores también podrían frenar las emisiones de los más ricos al prohibir los aviones privados que funcionan con queroseno.

Tal prohibición afectaría solo a un pequeño porcentaje de vuelos, pero podría empujar a los multimillonarios con dinero de sobra a invertir en tecnologías limpias.

Los expertos también hablan del nivel de influencia que pueden ejercer las personas ricas en su papel de consumidores, inversores, ciudadanos y modelos a seguir.

Un estudio publicado en la revista Nature en 2021 sugiere, por ejemplo, que estas personas podrían sacar sus ahorros de los bancos que prestan a las empresas de combustibles fósiles, hacer campaña a favor del transporte público o promover en sus empresas las reuniones virtuales en reemplazo de los vuelos de negocios.

Fuente: DW