Una mañana de febrero, tras la extinción de uno de los incendios forestales más devastadores de Australia, Kailas Wild se dirigió a las plantaciones calcinadas de eucalipto de isla Canguro, en la costa sur del país.

Las hojas de eucalipto son el principal alimento de los koalas. La vista de los árboles carbonizados le preocupó, pero algo más llamó su atención: una cría hambrienta de koala, con la piel chamuscada, que se había enroscado entre las hojas carbonizadas.

"Fue la primera cría huérfana y herida que encontré. Me conmocioné, me sentí muy mal”, recuerda.

Wild trepó al árbol, atrapó a la pequeña koala y la condujo al hospital de animales de isla Canguro, a una hora de distancia.

"No dejaba de pensar que lo hacía para evitarle un mayor sufrimiento”, dice. Wild no pudo contener las lágrimas mientras entregaba la pequeña criatura a los veterinarios. Estaba convencido de que tendría que ser sacrificada.

Los médicos le dijeron que las posibilidades de supervivencia eran buenas. Wild le puso nombre a la koala hembra, Joey Kai, y empezó a darle de comer a diario. "No pude evitarlo. Había algo muy especial en ella. Nunca me he sentido tan conectado a ningún ser como con ella”.

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Catalogados como vulnerables a la extinción, miles de koalas murieron en los incendios forestales del verano pasado, cuya gravedad ha sido vinculada al cambio climático. Para Wild, la difícil situación de Joey Kai se ha convertido en el emblema de toda una especie.

Todo se reduce a la pérdida de hábitat

Wild descubrió su amor por estos animales como voluntario en el Hospital de Vida Silvestre del Zoológico de Australia en Beerwah, Queensland. Allí llegaban animales infectados por clamidia, atropellados por coches o atacados por perros.

Todo se debe a la pérdida de hábitat

Los koalas apenas tendrían necesidad de abandonar las copas de los árboles si su ecosistema se mantuviera intacto. Pero a medida que se destruyen los bosques por el fuego, o se talan los árboles para dar paso a la agricultura, la minería y el desarrollo urbano, los koalas se ven obligados a bajar de sus árboles protectores. Una vez en el suelo se exponen a peligros como los perros o el tráfico.

La pérdida de hábitat también los hace más vulnerables a la clamidia, una enfermedad bacteriana altamente infecciosa que las poblaciones sanas de koalas pueden soportar, pero que puede ser catastrófica para aquellos ejemplares que ya están bajo estrés.

"Experimentar el sufrimiento de estos animales de primera mano en el hospital de vida silvestre fue revelador”, recuerda Wild. "Vi los impactos del cambio climático en las poblaciones de koalas y me di cuenta de que no tiene sentido tratar de rehabilitar a los koalas si no preservamos su hábitat natural”.

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Misión de rescate en isla Canguro

Wild, que se formó como cuidador de árboles, se encontraba en Sídney cuando estallaron los incendios y se ofreció como voluntario de los servicios de rescate para combatir las llamas. A finales de enero, recibió un mensaje de un cuidador de animales salvajes en isla Canguro. "Estaban cuidando a un koala que necesitaba ayuda, pero no podían alcanzarlo”, explica Wild.

Después de 20 horas de viaje en coche y una travesía en ferry atravesando el estrecho de Backstairs Passage, Wild llegó a la isla. Dos tercios de los bosques habían sido arrasados por el fuego.

Durante las siguientes siete semanas, rescató 107 ejemplares de las copas de los árboles quemados y tambaleantes. No obstante, ser consciente de que estos animales eran un ínfimo número comparado con los que habían muerto en los incendios, o de hambre en el bosque desnudo, era abrumador. "Lloré todos los días durante semanas”, confiesa.

Protegiendo los últimos bosques de koalas

Ahora, de vuelta en Nueva Gales del Sur, Wild ha iniciado una campaña para proteger las últimas áreas de bosque que se han podido salvar. Las llamas cubrieron más de 5 millones de hectáreas de tierra en el estado y eliminaron el 71 por ciento de las poblaciones de koala. Sin embargo, la Corporación Forestal de Nueva Gales del Sur, de propiedad pública, continúa destruyendo el hábitat restante de los animales.

En una reciente visita al bosque estatal de Lower Bucca con el Consejo de Conservación de la Naturaleza del estado, para documentar la pérdida del hábitat de los koalas, Wild cuenta que pudo oir árboles cayendo al suelo y ver señales de garras de koala en las ramas cortadas.

"Este es uno de los últimos hábitats salvados, intactos y de calidad que quedan en la costa norte del estado. No entiendo cómo pueden justificar tal cosa”, se lamenta.

Nacieron 9 koalas en un parque tras incendios en Australia

En junio, una investigación parlamentaria determinó que los koalas se extinguirían en Nueva Gales del Sur para 2050, sin una "intervención gubernamental urgente”. El Ministro de Medioambiente del Estado, Matt Kean, respondió a los medios de comunicación australianos manifestando que quería duplicar el número de koalas para esa fecha. Sin embargo, "es parte del mismo gobierno que continúa talando bosques sin daño alguno”, critica Wild.

Esta contradicción ilustra las feroces tensiones en la política australiana.

Política polarizada

Por un lado, el futuro de una de las especies más emblemáticas del país exige medidas de conservación urgentes. Por otro lado, las repercusiones del COVID-19 han llevado a las autoridades de Nueva Gales del Sur a acelerar los proyectos comerciales en un intento de impulsar la economía.

Uno de esos proyectos es la ampliación de una cantera de rocas de propiedad alemana en Brandy Hill, que fue aprobada a finales de octubre por el ministro de Medioambiente. Está previsto que se destruyan 52 hectáreas de bosque nativo prístino que, según los expertos, albergan una población reproductora de koalas.

"Si seguimos talando 50 hectáreas aquí y 50 hectáreas allí, fragmentaremos el hábitat de los koalas”, lamenta Ryan Witt, experto en conservación de la Universidad de Newcastle en Nueva Gales del Sur, explicando que los animales necesitan espacio.

Las discusiones sobre las regulaciones ambientales para expandir los santuarios de koalas casi han dividido la coalición de gobierno del estado en los últimos meses. Igualmente polémica es una enmienda que permite a los propietarios de bosques despejar 25 metros de suelo a ambos lados de las vallas fronterizas como cortafuegos.

Esta deforestación podría poner en peligro 12.000 hectáreas de hábitat de koalas, según un análisis de WWF de Australia, si todos los propietarios decidieran poner en práctica la enmienda.

Un símbolo de esperanza

Mientras tanto, Kailas Wild está trabajando decididamente para que la opinión pública se posicione a favor de los koalas en este acalorado debate político.

"La única esperanza es conseguir que la gente se conciencie”, dice. Sus campañas en los medios sociales y su reciente libro, "The 99th Koala”, que relata sus experiencias en isla Canguro, son un intento para conseguir este objetivo y Joey Kai tiene un papel protagonista.

Y es que esta huérfana, cuyo destino parecía tan sombrío cuando Wild la encontró acurrucada en el bosque calcinado, ha tenido un final feliz. Joey Kai fue liberada en isla Canguro a principios de septiembre. "Sentí una inmensa emoción, mi corazón se aceleró y me sentí muy feliz”, recuerda. "Joey Kai es un símbolo de esperanza”, concluye.