Casi el 35 por ciento de los polinizadores invertebrados, en especial las abejas, están en peligro de extinción a nivel mundial. Por este motivo, cada 20 de mayo se dedica un día especial a ellas, que precede al Día Internacional de la Diversidad biológica (22 de mayo), de la que este insecto es un buen ejemplo: las llamadas abejas solitarias representan el 97 por ciento de la biodiversidad de especies.

“Solo en Guatemala se han identificado alrededor de 400 especies, 33 de ellas abejas nativas sin aguijón (meliponinos) de la familia Apidae”, explica a DW Ahmid Baccaret, fundador BeeHub Guate. “De las 33 especies de meliponinos, 13 ya se han catalogado en peligro o vías en extinción por diversas causas como el uso de pesticidas, el cambio climático, la urbanización creciente, la deforestación y la pérdida de hábitat, entre otras”, lamenta este apasionado de la apicultura que, en 2018, puso en marcha esta iniciativa para revertir la situación de declive en Guatemala y proteger la biodiversidad de abejas en el país.

Apicultura como forma de vida

El interés de Baccaret por las abejas surge hace una década, a raíz de una visita que llevó a cabo a Kenia, en la que su amigo apicultor, Sam, le transmitió su pasión por este insecto. “He encontrado en el arte de la apicultura una forma de canalizar mi amor, preocupación e interés por la vida”, explica, destacando que “trabajando en favor de las abejas, me he dado cuenta de las frágiles interconexiones entre todos los organismos vivos y la importancia de las abejas para la vida en la Tierra”.

Así, “nació la misión de mi vida: proteger la biodiversidad de abejas y otros polinizadores del mundo”, recalca Baccaret, recordando cómo fueron sus primeros pasos en el mundo de la apicultura, con la fundación de su primer apiario en Bonn (Alemania). “Durante esos años me enamoré aún más de ellas. Finalmente, en el 2016 decidí retornar a mi país y rescatar a las primeras abejas. Sin embargo, un año después, en el 2017, me percaté al visitarlas de que alguien las había envenenado todas, no quedó ninguna viva”, lamenta.

abeja

De la concienciación a la acción

Este episodio fue el caldo de cultivo de BeeHub, un movimiento que promueve la conservación a través del diseño y creación de santuarios de abejas y otros polinizadores, y la educación y sensibilización ambiental. Así que, aunque empezó “con charlas de sensibilización para que todas las personas conociéramos la situación actual y actuáramos en favor de ellas”, un año más tarde, gracias al apoyo del parque natural Green Rush de Guatemala, se formaliza este proyecto de conservación con la creación de “Bee Mountain”. Se trata del “primer santuario para todas las abejas que rescatábamos con el equipo en la Ciudad de Guatemala”, detalla Baccaret.

Esta es una de las principales actuaciones de BeeHub. “La creación de santuarios de abejas rescatadas con fines de conservación, privilegiando además la protección de las abejas nativas”, recalca el fundador de la iniciativa. “Para lograr rescatar y reubicar a más abejas, hemos realizado importantes alianzas para la creación de este tipo de santuarios, incluso con sectores que históricamente habían permanecido al margen de la conservación de abejas”, agrega, apuntando a una alianza establecida con AgroAmérica para implementar el primer proyecto piloto para la creación de un macrosantuario de abejas.

Esta operación se gestó durante la pandemia con “la primera agroindustria en Guatemala que promueve estrategias de conservación de abejas en el país, al instalar hoteles de abejas solitarias y dar alojamiento a las abejas que están siendo rescatadas por BeeHub”, subraya Baccaret, recalcando que, aunque “a la fecha hemos rescatado a más de 2,5 millones de abejas, esperamos que en los próximos seis meses podamos rescatar a un millón de abejas más, gracias al apadrinamiento de 20 rescates por parte de AgroAmérica”.

Conservación: una tarea de todos los sectores

Asimismo, destaca la reciente donación de equipo y capacitación de miembros de Fumigadora Universal “para que nos apoyen en el rescate de abejas en vez de fumigarlas”. “Esperamos que más personas y sectores nos apoyen para fortalecer nuestra labor de rescate y creación de santuarios”, apunta, recordando que la protección de abejas es una actividad que no corresponde únicamente a apicultores o conservacionistas. “Nos parece sumamente importante que todos los sectores, como la agroindustria o las fumigadoras, se estén uniendo a la conservación de abejas y otros polinizadores”, agrega.

Aunque la iniciativa sufrió los efectos de la pandemia en el desarrollo de sus actividades, Baccaret resalta la tarea llevada a cabo desde su puesta en marca. “Hemos logrado sensibilizar a más de 5.000 personas y capacitar en apicultura biodinámica a alrededor 100 personas de Guatemala y varios países de Latinoamérica”, destaca subrayando las virtudes de la iniciativa. “Es un proyecto de triple impacto. Por un lado, estamos fomentando la conservación de abejas y los ecosistemas a través de la creación de santuarios y la sensibilización ambiental a un sinfín de jóvenes, y por otro lado estamos brindando oportunidades educativas a jóvenes y mujeres para que puedan emprender proyectos de conservación o de apicultura biodinámica y así contribuir en la economía familiar o rural”, explica. “Un ejemplo es la capacitación que dimos a un grupo de mujeres indígenas en Alta Verapaz, quienes hoy ya producen miel biodinámica y la venden a un precio justo para fortalecer su economía”, apunta.