El nopal es un grupo de plantas pertenecientes a la familia de los cactus. Están presentes en gran parte del continente americano, desde Estados Unidos a la Patagonia.

Solo en México, existen más de 300 variedades. Allí, el nopal tiene valor simbólico, medicinal y también culinario. Una investigadora de ese país, Sandra Pascoe, decidió experimentar con las hojas de la planta como posible sustituto para los plásticos de un solo uso, que tanto daño le hacen a la Tierra.

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Pascoe desarrolló un bioplástico que se degrada naturalmente en un periodo de un mes si se deja sobra la tierra. También es comestible para los animales y no contamina las aguas. Su objetivo es que se convierta en una alternativa al uso creciente de plástico.

A pesar de estar hecho a partir de la hoja de un vegetal, es tan versátil como el plástico que todos conocemos. Pascoe considera que su producto puede cubrir parcialmente las necesidades del mercado, ya que se lo puede emplear para crear cubiertos, bolsas y otros productos de un solo uso.

Si este material llegara al mar, lo más probable sería que los animales marinos lo coman. Pero a diferencia del plástico tradicional, el bioplástico de nopal no causaría ningún daño en sus organismos.

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Pascoe obtiene sus hojas de nopal de las plantaciones de San Esteban, un pueblo a las afueras de Guadalajara que está rodeado por sembradíos de esta planta. El proceso consiste en cortar las hojas, pelarlas y luego colocarlas en un extractor de jugo. El líquido se refrigera por 10 días, y se combina con un aditivo no tóxico. La mezcla se extiende sobre una superficie y se deja secar.

Según explica la investigadora, el material es muy versátil y puede ser utilizado de maneras muy variadas para obtener distintos grosores, formas y colores.

De momento, Pascoe se concentra en objetos de que sustituyan a los plásticos de un solo uso, ya que la vida útil del compuesto no es muy larga. Con el tiempo, considera que se puede optimizar su utilidad y acelerar su producción si se lleva a un entorno industrial.

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