Ruanda es uno de los países más limpios del mundo, también uno de los más seguros, prósperos y equitativos –la mayoría de los puestos de poder están en manos de mujeres. Esto no es algo que pasó de la noche a la mañana. A pesar de que el genocidio ocurrido ahí hace más de 20 años sí cambió la realidad de los nativos de la noche a la mañana, el que hoy este país sea un ejemplo, no sólo para las naciones africanas, sino para todo el mundo, es algo que se ha construido poco a poco.

Tal vez sea que las mujeres están a cargo y están haciendo las cosas de manera distinta, pero también tiene que ver con la situación que vive su país. Ruanda, como muchos de los países africanos, vive mayoritariamente de los que produce en el campo, sin embargo, hace años comenzaron a ver que debido al uso de plástico, mismo que era abandonado en cualquier lado, el ganado comenzó a ahogarse con las bolsas.

Eso, aunado a los problemas que el resto de los países tiene, hizo que se sumara a una pequeña lista en la que se encuentran países como Canadá o Francia, una lista de sólo 40 países que están promulgando leyes cada vez más estrictas para evitar el uso de bolsas de plástico entre la población.

Una situación única

De esos 40 países, pocos llaman la atención tanto como Ruanda, debido a que aunque gran parte de la población acepta las restricciones, otra parte prefiere luchar contra ella, por lo que han nacido grupos ilegales que trafican bolsas de plástico.

Como si se tratara de tráfico de drogas, la policía busca, encuentra y encarcela a quien sea sorprendido metiendo plástico de manera ilegal al país. Hay videos de personas pidiendo clemencia cuando les encuentran plástico escondido entre la ropa, en sitios como sillas de ruedas o incluso entre la ropa interior.

La prohibición llegó en un momento en el que todo el mundo debate cómo limpiar el mar después de que lo hemos llenado de plástico. Es importante recordar que Ruanda no tiene salida al mar, por lo que gran parte de su basura se queda en el país y tal vez por eso han decidido que en lugar de producir más basura y buscar una forma de moverla, lo más sensato era dejar de producirla en su totalidad.

La ley es dura con los que la infringen, pero es gracias a eso que Ruanda, un país en África Central del que muy pocas personas escuchan comúnmente, está convirtiéndose en uno de los países que están cambiando al mundo.

Fuente:

New York Times

Plastic Oceans