Este domingo 5 de julio volvimos a tener un nuevo eclipse lunar. El sol sigue en Cáncer y la luna llena lo mira desde Capricornio, su signo opuesto y complementario. Cáncer y Capricornio conforman el eje de la forma, aquel sobre el que se basa la seguridad y la continuidad de la sociedad, desde la familia, la tribu, la comunidad, las instituciones y las naciones.

La Luna y Saturno, en nuestra carta, son los custodios de esta forma que garantiza la estabilidad de lo conocido para nosotros, eso que nos hace sentir seguros.

Cáncer, asociado a la energía maternal, se ocupa de mantener el fuego del hogar (también de nuestro mundo interno) encendido. Representa el cuidado, la empatía, la conexión con nuestras emociones y nuestra vulnerabilidad. Capricornio juega la energía del esfuerzo y el sostén. Sale al mundo a trabajar y proveer recursos al hogar. Atiende a las necesidades físicas y concretas. Protege desde el afuera.

Cabe preguntarnos: ¿Cuánto lugar le hago a cada una de estas energías en mí? ¿Reconozco la importancia de las dos por igual o suelo darle más valor a una sobre la otra?

Cuando estas energías van de la mano, se complementan y nutren, nos ayudan a crecer y a sentirnos en eje, sostenidos por nuestra columna vertebral, integrados y conectados. Sin embargo, cuando se sueltan, empiezan a distanciarse y a extremarse en un sentido y el otro.

La polarización y negación de su complemento saca lo peor de cada una. Capricornio se convierte en una roca rígida, aplastante y autoritaria. Hiperexigente, juzga. Se aísla. Se siente solo. Se enfría. No conecta ni consigo mismo ni con los demás.

Del otro lado, Cáncer convierte la vulnerabilidad en inseguridad y temor que lo hacen dependiente y generar dependencia porque “yo no puedo”, porque “vos no vas a poder”. También aplastante, pero de otra forma. Acá, por el temor a la soledad, los vínculos se vuelven simbióticos y asfixiantes. Niega toda diferencia y el amor es mal entendido como ser, pensar y sentir igual. Todo lo diferente es sinónimo de enemigo.

Aislamiento y dependencia son dos caras de una misma moneda. “Dependo porque tengo miedo de sentirme solo” y “prefiero estar solo porque tengo miedo de depender de otro”. Una moneda regida por el temor. Temor al cambio, temor al abandono, temor a sentir dolor.

eclipse

Necesitamos de otros. Hoy más que nunca este hecho queda expuesto. Necesitamos que los otros se cuiden para cuidar nuestra salud y los otros necesitan de nuestro cuidado para poder cuidar la de ellos. Necesitamos un planeta sano para poder vivir y para ello el planeta necesita de nuestro cuidado. Necesitamos trabajar para poder pagar nuestros impuestos y que el estado pueda pagar sueldos, ayudar a los que lo necesitan y estar cuando lo necesitamos.

Los seres humanos necesitamos. Nada ni nadie en este planeta está excluido de este principio. Creer que podemos solos o aislados, sin ayuda de nada ni nadie es una ilusión, no es real.

Este es un buen momento para reflexionar sobre esto y hacernos cargo de cómo nos relacionamos con estas dos dimensiones en nosotros mismos y con los demás.

¿Cómo cuido, cómo me cuido y cómo me dejo cuidar? ¿Cómo sostengo, cómo me auto sostengo y cómo me dejo sostener?