"La Filosofía ha prestado poca atención al hogar hasta ahora", lamenta Emanuele Coccia.Como profesor de Historia de la Filosofía en París, quiere cambiar esta situación con su práctico y revelador libro "El hogar - Filosofía de un lugar aparentemente confiable".

Aquí, algunos de sus enfoques centrales:

1. Todo lo que es importante para nosotros

"Construimos casas para albergar de forma acogedora esa parte del mundo que es esencial para nuestra felicidad personal", escribe Coccia. Con esto se refiere tanto a la ropa de cama favorita como al delantal heredado de la abuela o el abuelo, o a los primeros juguetes de los niños, que aún están en las habitaciones de las que ya se mudaron hace tiempo.

Pero Coccia dirige el foco de atención mucho más allá de los objetos y muebles que acumulamos.

Las personas que más necesitamos también suelen estar en nuestros hogares: parejas, hijos, a veces padres, abuelos o amigos. Los recuerdos y los sueños también pertenecen a nuestro hogar. Es el "museo de nosotros mismos", sostiene el académico italiano.

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2. Volvemos una y otra vez

Por muy bonito que haya sido el viaje de vacaciones, "tarde o temprano hay que volver a casa", escribe Coccia, "porque siempre podremos habitar este planeta gracias a un hogar, y solo por medio de él".

Al mismo tiempo, no solemos pasar todo el día en nuestra casa, ni siquiera en la vida cotidiana. Es "el lugar del retorno", dice Coccia.

Después de un largo día de trabajo, de una escapada de fin de semana, de unas vacaciones de verano, de un viaje de negocios o de una estancia en el extranjero, allí es a donde donde volvemos.

Es un refugio fiable desde el que podemos salir al mundo. Lo confiable permanece en el hogar, aunque estemos lejos.

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3. Con nuestro propio baño

Durante muchos años de la historia de la humanidad, el baño se encontraba fuera del espacio habitable, en el jardín o en el pasillo. Solo en el siglo XX, siguiendo el ejemplo de los hoteles estadounidenses, comenta Coccia, el cuarto de baño pasó a formar parte de nuestra vida moderna.

"El baño trajo a la intimidad diaria de las personas algo que hasta entonces tenía un carácter más comunitario: la limpieza y el cuidado del cuerpo", explica.

Sin embargo, el autor del libro también ve esto de manera crítica, especialmente para los hombres: el baño con cerradura -al igual que los servicios higiénicos separados por sexos en los lugares públicos- hace que los hombres "se ocupen de los órganos de Eros en absoluto aislamiento".

4. Nuestro armario está en casa

Una parte de nuestra ropa podemos llevarla en la maleta y lucirla en nuestro cuerpo durante las vacaciones. "La ropa es un concepto de felicidad inseparable de nuestro cuerpo, y por eso puede acompañarlo a todas partes", señala Coccia.

El escritor llama a nuestro armario el "cuerpo móvil" del hogar. A través de nuestra forma de vestir, podemos mostrar nuestra casa, nuestra identidad o nuestra actitud ante la opinión pública.

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5. El amor se vive en el hogar

El más hermoso de todos los sentimientos tiene su lugar en casa, escribe Emanuele Coccia: "El amor se vive, se aprecia y se celebra en el hogar. Es el secreto doméstico por excelencia".

Es un secreto porque nadie más lo ve en nuestra casa. Solo los que la compartimos sabemos cómo es realmente. Los hábitos extravagantes de la pareja, los tics molestos, los pantalones con los que nunca saldríamos a la calle, pero con los que pasamos horas en el sofá: en casa, todo es visible.

Sin embargo, Coccia también lanza una mirada crítica sobre un lugar definido como un espacio privado que "se ha vuelto un espacio de injusticia", en el que la opresión y la desigualdad se convirtieron en hábitos inconscientes que se autorreproducen.

En especial en lo que respecta a la relación entre hombres y mujeres: "La desigualdad de género, por ejemplo, tiene sus raíces en el hogar", subraya.

Solo basta considerar la creencia milenaria de las sociedades patriarcales acerca de que las mujeres "pertenecen a la cocina", o el aumento de la violencia machista durante la pandemia.

Precisamente por eso, sostiene, es necesaria una "filosofía del hogar", para que las cuatro paredes se conviertan en el lugar donde "podamos ser felices junto a los demás".