Ante de la vida y ante los problemas que nos vamos encontrando, ¿cómo te consideras? ¿como una zanahoria, un huevo o el café?

Te propongo realizar el siguiente experimento como un test de sinceramiento interior: en tres botes con agua hirviendo coloca en uno de ellos una zanahoria, en el segundo un huevo y en el último 2 o 3 cucharadas de café. Deja cocer cada uno de los elementos su tiempo normal de cocción.

¿Qué observas?

La zanahoria que antes era rígida y dura, una vez cocida se transforma en un cuerpo blando y fácil de aplastar con un tenedor.

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El huevo que con su apariencia frágil si se hace cocer el tiempo correspondiente, parece que no haya sufrido ninguna transformación pero si le rompemos la cáscara nos encontramos con un cuerpo duro y fuerte.

Y por último el café, ha conseguido teñir toda el agua e incluso la ha aportado aroma y sabor.

Esto es una metáfora de cómo podemos transformarnos frente a las adversidades.

Si elegiste zanahoria...

En el primer caso, el de la zanahoria, eres una persona aparentemente fuerte, dura y difícil de desmontar, pero ante la adversidad te vuelves blanda, frágil, vulnerable… que incluso puedes caer en una depresión con relativa facilidad.

Si elegiste el huevo...

Si por el contrario eres como el huevo, significa que aunque parezcas alguien frágil, ante los contratiempos eres capaz de endurecerte, te fortaleces y construyes una coraza para evitar el dolor, coraza que en ocasiones provoca que te sea muy complicado ponerte en el lugar del otro.

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Si elegiste el café...

Pero si eres como el café, las adversidades las conviertes en verdaderas oportunidades para crecer y fortalecerte como persona, pero sin olvidar a los que te rodean y sus necesidades, logrando ser un verdadero ejemplo de superación para los demás.

Es necesario que te preguntes si te sientes víctima de las circunstancias, si te estás quejando todo el día, o si eres fiel a tus principios. Si conseguimos saber con cuál de estos elementos nos identificamos, siempre será más fácil poder remediarlo.