Odiseo al regresar de un viaje de décadas, no fue su esposa quien lo reconoció primero. Éste héroe volvía luego de una de las guerras más importantes de la Antigua Grecia. Sólo Argos, su perro, supo de quién se trataba: Odiseo había vuelto a casa.

Después de diez años de guerra y otros diez más de viaje, Odiseo regresó a casa viejo y cansado. Las canas le poblaron el rostro y el cráneo. La piel de su cuerpo ya no era tersa, como cuando emprendió el viaje para pelear en Troya. Por el contrario, los años y la guerra le habían cobrado altas facturas.

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De entre los grandes héroes de la mitología griega, Ulises —u Odiseo, como se le hace alusión en la epopeya que recibió su nombre— destacó por su inteligencia. Gracias a sus tácticas de guerra ingeniosas, llevó a los aqueos a la victoria en Troya, con la mítica batalla que ganaron con el caballo cargado de soldados griegos.

Después de años de participar en este conflicto bélico, en la Odisea se relata el viaje de regreso del héroe a casa. Se enfrentó a diversas adversidades, pero las fue superando, y así pudo llegar a Ítaca: su tierra natal, según el poema de Homero.

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Argos reconoció a Odiseo en su vuelta

Al regresar a Ítaca, Odiseo temía que sus enemigos lo reconocieran. Por esta razón, invocó el poder de Atenea —la diosa de la sabiduría, de quien tenía amplia simpatía— para que le velara las facciones y lo vistiera de mendigo. Ni siquiera su esposa lo reconoció al regresar.

El único en toda la isla que reconoció al héroe fue su perro: Argos. Al verlo llegar, descuidado, y después de dos décadas de no verlo, el animal se arrastró como pudo hasta los pies de su amo. Cuando volvió los ojos para saludarlo, agitó trabajosamente la cola, para indicarle que sabía perfectamente de quién se trataba y que le daba gusto volver a verlo.

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Odiseo no podía dejar de disimular su papel de mendigo. Por esta razón, lo volteó a ver de reojo y, aunque supo que era su perro, no lo pudo saludar. El héroe sólo derramó una lágrima y prosiguió su camino. Argos murió después de eso, a los pies de su amo, como símbolo de lealtad absoluta.

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Fuente: Muy interesante.