La ciencia puede decir que sentir enojo es totalmente normal, los psicólogos nos aconsejan que expresemos nuestro enojo, y algunas religiones incluso hablan de ira justa. El budismo, por el contrario, dice que el enojo siempre es desaconsejable.

El erudito budista del siglo VIII, Shantideva, describió el enojo como la fuerza negativa más extrema, una con la capacidad de destruir el bien que tanto trabajo nos costó crear.

El Buda nos aconseja que no reprimamos nuestras emociones ni que permitamos que nos desborden, sino que las analicemos y lleguemos a entender el pensamiento incorrecto que está detrás del enojo.

Pero ¿qué podemos hacer con él?. Hay algunos sencillos métodos para ayudarnos a transformar nuestra mente. Sigue estos consejos y aprende a lidiar con el enojo.

Así es la vida "Samsara"

Nacemos y morimos. Entretanto, tendremos buenos y malos tiempos, y momentos en los que probablemente no sintamos nada en absoluto: este ciclo interminable es a lo que el budismo llama “samsara”.

Cuando entendemos nuestra propia situación en el samsara, podemos entender también la situación de todos los demás. Enojarnos con los demás, con las situaciones y con nosotros mismos, no mejorará nada. Esta forma de pensar puede transformar de manera radical nuestra perspectiva. Incluso aunque cada uno de nosotros parezca ser el centro de su propio universo, eso no significa que todo tenga que salir exactamente como nosotros queremos.

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Ten paciencia y corta tu propio enojo

Es imposible que nuestra mente mantenga dos emociones opuestas de forma simultánea. No podemos gritarle a una persona y ser pacientes con ella al mismo tiempo, simplemente no funciona. La paciencia es considerada por muchos como un signo de debilidad, con la que les permitimos a los demás que se aprovechen de nosotros y obtengan lo que les dé la gana. Sin embargo, la realidad a veces no es lo que parece. Seguir nuestras emociones adonde quiera que nos lleven no nos convierte en héroes, nos hace débiles. Así que la próxima vez que estés a punto de perder la cabeza, mejor ten paciencia y corta tu propio enojo.

¿Cómo? Podríamos hacer el intento de respirar profundamente en el instante en que notemos que estamos tensos. Podemos contar lentamente para evitar decir cosas de las que nos arrepentiremos después. O, si estamos en una confrontación directa, podemos elegir retirarnos antes de que la situación se salga de control. Cada caso es diferente, así que necesitaremos utilizar nuestro cerebro para ver cuál es la mejor opción.

Sé realista, analiza la situación

El enojo nos produce estrés, angustia, pérdida del sueño y del apetito. Si permanecemos enojados con alguien por mucho tiempo, eso crea una impresión a largo plazo en los demás.

Cuando se nos acusa de algo y sentimos que el nudo de defendernos empieza a afectarnos físicamente, tenemos que detenernos y pensar de forma racional. Solo existen dos opciones: la acusación es cierta o es falsa. Si es verdadera, ¿por qué habríamos de enojarnos? Si queremos ser adultos maduros deberíamos de admitirlo, aprender de ello y seguir con nuestra vida. Si no es cierto, ¿por qué habríamos de enojarnos? La persona cometió un error, ¿acaso es algo que a nosotros nunca nos ha pasado?

Las prácticas de meditación y la presencia mental pueden ser extremadamente beneficiosas para combatir el enojo

La meditación familiariza a nuestra mente con pensamientos positivos: paciencia, amor y compasión. Es algo que podemos hacer en todos lados, en cualquier momento. Si pasamos media hora de nuestro trayecto al trabajo escuchando nuestra música favorita, lo menos que podemos hacer es dedicar 10 minutos de ese tiempo a generar pensamientos de amor bondadoso hacia los demás, algo que es efectivo para reducir el enojo y convertirnos en una persona que los demás quieren tener cerca.

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Cede y aprenderás de tu enemigo

El budismo a menudo nos enseña a hacer precisamente lo contrario de lo que normalmente haríamos. Parece una locura, pero piensen en el objeto de su enojo como su maestro. Si queremos mejorar, si queremos ser personas más pacientes, más amorosas, amables y felices, entonces necesitamos practicar. Si siempre estamos rodeados de personas que hacen y aceptan todo lo que nosotros queremos, nunca tendremos ningún desafío.

De esta forma, la persona con la que estamos enojados se vuelve extremadamente preciosa y nos da la oportunidad de realmente practicar la paciencia. Esto detiene de inmediato la marea creciente de sentimientos de enojo, porque cambia nuestra perspectiva, de lo que nos han hecho a lo que están haciendo ahora por nosotros.

Recuerda la muerte y alivia las molestias

Cuando la persona que no soportamos haga algo que realmente nos moleste, hagamos un alto y pensemos: “Cuando esté en mi lecho de muerte, ¿esto será importante?”. La respuesta probablemente será un rotundo “no”. Este pequeño consejo es muy simple, pero ayuda a aliviar muchas de las pequeñas molestias de la vida.

Cuando nos enfocamos en nuestra definitiva muerte futura, muchas de las cosas que normalmente nos sacarían de quicio, literalmente, se vuelven nada. No es que ya no nos molesten, sino que reconocemos que no tiene sentido desperdiciar nuestro precioso tiempo, aliento y energía en ellas.

Recogemos lo que sembramos: Karma

Todo lo que experimentamos, desde los momentos más increíblemente felices hasta las profundidades de la desesperación, surge de causas. Estas causas no caen de la nada sobre nuestro regazo, sino que son creadas por nosotros mismos. Así que cuando estemos experimentando una situación terrible, en lugar de dejar que el enojo se apodere de nosotros, podemos detenernos y pensar: ¿de dónde proviene esto? y ¿acaso deseo empeorarlo?

El karma se refiere a nuestra forma compulsiva de actuar, reaccionando ante las cosas de la misma vieja manera en que siempre lo hemos hecho. Si entendemos cómo opera el karma veremos que tenemos la habilidad de cambiar nuestras experiencias futuras con lo que hacemos ahora, y eso significa practicar la paciencia cuando surja el enojo.

La vacuidad es el antídoto

Mientras que la paciencia puede ser el antídoto directo del enojo, la vacuidad es el antídoto más fuerte, no sólo para el enojo, sino para todos nuestros problemas y dificultades. De hecho, no importa qué tan pacientes seamos, si no hemos comprendido el vacío o la vacuidad, los problemas seguirán lloviendo sobre nosotros como un monzón de la India.

Cuando empezamos a analizar la realidad, nuestra perspectiva cambia radicalmente. Veremos que nunca hubo nada que podamos señalar como aquello con lo que estábamos enojados.

Fuentes:
StudyBuddhism
Salud180