Mientras el mundo ve la crisis de refugiados en Europa como uno de los grandes problemas actuales, parece que sólo en América notamos la gravedad del problema migratorio a Estados Unidos. Muchos creen que se trata de mexicanos cruzando a Estados Unidos de forma ilegal, pero lo que no saben es una de las tragedias más grandes: los niños centroamericanos que llegan solos.

Desde El Salvador, Nicaragua, Honduras y más, hay niños que se las ingenian para recorrer miles de kilómetros y llegar a un sitio que ellos ni siquiera entienden completamente. Todo esto fue descrito en el libro “Los niños perdidos” de Valeria Luiselli, una escritora durante la llamada “crisis de migrantes” de 2014 pasó gran parte de su tiempo en las cortes de Estados Unidos fungiendo como traductora para los niños.

Su libro es desgarrador, pues muestra cómo hay niños que con tres o cuatro años ya cruzaron países en los que vivieron horrores y ahora no saben a qué se enfrentan cuando la policía migratoria los recoge –una de las cosas que los niños deben hacer, explica Luiselli, es entregarse a las autoridades, así ellos los mantendrán a salvo mientras algún familiar los recoge. El problema es que muchas veces ese familiar es indocumentado y salvar al niño implica reconocer ante la ley su estado como indocumentado.

Caption

El cuestionario para niños de la oficina migratoria de Estados Unidos comprende 40 preguntas, mismas que son parte de la narrativa del libro. ¿Por qué viniste a los Estados Unidos? Es la primera pregunta y como abre la lectura de Luiselli. A través de esas preguntas, a veces inconcebibles para un niño de cuatro años, el ensayo demuestra que desde hace años existen fallas inimaginables en el proceso.

Luego viene la segunda pregunta del cuestionario de admisión: «¿Cuándo entraste a los Estados Unidos?». La mayoría de los niños no saben la fecha exacta. Algunos sonríen y otros se ponen serios. Dicen: «el año pasado» o «hace poco» o simplemente «no sé». Todos huyeron de sus pueblos o ciudades, caminaron kilómetros, nadaron, corrieron, durmieron escondidos, montaron trenes y camiones de carga. La mayoría se entregó a la Border Patrol al cruzar la frontera. Todos llegaron buscando algo o a alguien. ¿Buscando qué? ¿Buscando a quién? El cuestionario no hace esas otras preguntas. Pero pide detalles precisos: «¿Cuándo entraste a los Estados Unidos?».

Pero la vida de los niños en “el otro lado” no es lo único. El libro muestra que muchos niños huyen de su país porque sus familias son amenazadas, porque las bandas delictivas y el narcotráfico quiere meter entre sus filas a algún joven o quedarse con alguna mujer para violarla cuantas veces quieran. Además, también habla de la pesadilla que implica recorrer México, un país que también abusa de los migrantes de distintas maneras: los asalta, secuestra, viola, deporta y más.

Un infierno sucediendo frente a nosotros, una tragedia difícil de digerir, pero que debemos enfrentar con seriedad y directamente. El libro de Valeria Luiselli es un llamado a la acción, es una lectura fundamental en 2018.