En la mayoría de las familias se asume que los padres tienen la máxima autoridad y los hijos son sumisos a sus órdenes. Esto no necesariamente significa que los padres abusan de su poder o que se producen dinámicas malsanas: los adultos del hogar deben ejercer su autoridad por medio del ejemplo y de la integridad de su carácter.

Si bien esto es lo ideal, en muchas familias no se cumple, ya sea por la ausencia de los padres o por las influencias externas a la familia que pueden ser muy seductoras para los más pequeños. También puede darse como resultado de la combinación de estos factores y otros más. Cualquiera de estas configuraciones puede dar lugar a relaciones anormales entre padres e hijos, y una de ellas es la del niño emperador.

El síndrome del emperador se manifiesta cuando los niños son los que controlan los límites mediante exigencias o caprichos, y los padres no tienen una autoridad lo suficientemente poderosa para "ponerlos en su lugar". Algunos indicios del niño emperador son los siguientes.

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niña molesta enojada
Fuente: Shutterstock
  • El hijo controla el hogar por medio de exigencias o caprichos
  • En caso de padres separados, el hijo puede aprovechar el vacío de autoridad para avasallar a uno de los padres
  • Ante problemas en la escuela, depresión, drogas, etc., los padres consienten al hijo por temor a empeorar las cosas
  • Una vez que se completa la transición, los hijos emperadores sienten desprecio y falta absoluta de respeto por sus padres-siervos
niña molesta malcriada enojada
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Entonces, ¿qué se debe hacer en estos casos? Los padres deben emprender una serie de actitudes distintas frente a su hijo o hijos emperadores, para reafirmar su autoridad y poder.

  1. Ser firmes, pero no innecesariamente autoritarios, ni tampoco sumisos.
  2. Saber diferenciar entre exigencias y necesidades del niño. Ante las exigencias es deseable instar a que el niño se haga responsable de lo que pide; y ante la necesidad, proveerla.
  3. Mostrar la faceta humana de padre y hacerles ver que no todo lo pueden proveer.
  4. Establecer límites. No permitir acuerdos o intercambios, sino condiciones donde los hijos tomen parte.
  5. Presencia física, acompañamiento y dedicación familiar serán esenciales para ejercer un bien común familiar.

No es una tarea fácil recuperar el poder una vez que el niño se ha establecido como emperador, pero es necesario para establecer las relaciones normales entre padres e hijos.

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Fuente:

El País