En un contexto dónde la incertidumbre es uno de los factores preponderantes, se hace imprescindible cultivar la confianza en uno mismo y en los demás como valor fundamental para tomar acción en el diseño de un camino que sea tierra fértil frente a las complejidades que el mundo presente.

El concepto de confianza tiene un vínculo muy estrecho con la acción y, a su vez, la confianza en uno mismo y en los demás constituye, en gran parte, nuestro modo de ser, estar y actuar en la vida, es decir, de la propia identidad y las relaciones que establecemos con otros.

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cultivar la confianza: salir de la zona de confort

Confiar para atreverse a tomar acción y emprender lo desconocido, sin la garantía de obtener los resultados tal como los esperamos, es justamente lo que genera un mayor grado de certeza. Si bien es cierto que puede ocurrir que el resultado no sea el esperado, también es cierto que, si no hubiera habido acción, todo seguiría inmutable y la única certeza que tendríamos sería lo ya conocido.

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Ahora; ¿Qué pasa si lo que ya conocemos y nos genera esa suerte de “seguridad” que nos resguarda de no exponernos (y que a veces priorizamos postergando deseos más profundos), es justamente lo que hoy ya no nos está siendo funcional? Quizás sea el llamado para animarse a apostar. Y, en ese transitar de lo incierto a dar el primer paso, es dónde empezaremos a encontrar respuestas que nos darán información para allanar el camino alineado a nuestros valores y objetivos de largo plazo.

Si conseguimos que el lema cultivar la confianza sea un resultado en sí mismo, nos liberaríamos, en alguna medida, de la expectativa que cargamos acerca del resultado esperado para poner el foco en el proceso de transitarlo. La cantidad de variables del contexto y de nuestro entorno son infinitas y, muchas, están fuera de nuestro control.

Por eso, la propuesta es conectar con las posibilidades que tenemos desde nuestros propios recursos, tomando acciones que respondan a nuestro propósito en lugar de que dicho accionar esté al servicio de reducir la vulnerabilidad que puede provocarnos quedar expuestos al momento de tomar decisiones.

Practicar una forma de vida basada en el aprendizaje más que en los resultados. Inclusive, en los resultados que vamos obteniendo del proceso, tendremos mayor información, es decir, mayor certeza, que nos permitirá tomar decisiones más asertivas a futuro.

Por ejemplo, podremos preguntarnos: "¿Qué es lo que está dando resultado y conviene seguir haciendo y potenciando?" "¿Qué cosas son necesarias dejar de hacer y/o cambiar la forma de llevar a cabo?" "¿Qué hace falta incorporar que hasta el momento no se hizo?"

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¿por dónde comenzar?

Cultivar la confianza implica en cierta forma moverse de un estado de resignación, dónde le otorgamos el rol protagónico al contexto, desligándonos de toda responsabilidad, hacia un lugar de ambición, en el cual somos conscientes y registramos las variables fuera de nuestro control y lo que buscamos es una actitud de expansión para tomar acción en lo que está a nuestro alcance. Algunas ideas disparadoras para empezar a trabajar sobre esto:

1) Compartir intereses y los dones propios (lo que nos hace únicos): lo que tenemos para dar y ofrecer genera un sentido de conexión con uno mismo y con el entorno;

2) Hacer pedidos: implica apertura y conexión con el mundo para ampliar perspectivas y coordinar acciones con otros;

3) Declararse un asiduo aprendiz: para abrirse a la posibilidad de adquirir conocimientos y habilidades y sumarlas al espectro de acciones posibles y, a su vez, generar innovación y comenzar a observar oportunidades dónde antes no veía,

4) Profundizar en autoconocimiento: para achicar la brecha entre la amenaza que puede generarnos una situación (y por ende, llevarnos a la inacción) y los recursos con los que contamos para abordarla; ¿Con qué recursos cuento y cuáles me hacen falta? ¿Qué puedo aprender nuevo? ¿Con quién me puedo aliar para generar recursos y espacios que quiero desarrollar?

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Es en el hacer, en el compartir, generando relaciones de cooperación con otros, dónde iremos adquiriendo y ganando confianza ya que tendremos mayor visibilidad a futuro, con lo cual se reducirá la incertidumbre, y nos acercaremos a una toma de decisiones más acertada en lo relativo al propio bienestar, generando, a su vez, un impacto en el círculo que nos rodea.

Entonces, la invitación hoy es a reflexionar sobre este cuestionamiento: ¿Qué tal si el proceso de cultivar la confianza para coordinar acciones es el resultado en sí mismo y, en lugar de posibles “errores” hablamos de “estadios de aprendizaje” necesarios para dar lugar a un crecimiento que nutre y potencia todos los ámbitos de nuestra vida?

¿Y tú, qué esperas para comenzar a cultivar tu confianza? ¡Cuéntanos en los comentarios!

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