¿Alguna vez te has preguntado por qué te gustan hombres más mayores? Cualquier relación que establecemos nos muestra una información inconsciente. A mayor exceso, más evidente será la información que contiene. En este sentido nos referimos a relaciones donde la diferencia de edad es significativa, más que a relaciones con pequeñas diferencias de edad. ¿Qué hace que nos «enamoremos» de aquella persona? Nunca decidimos conscientemente de quién enamorarnos, es una reacción visceral que inunda nuestro cuerpo y nos hace «sentir mariposas en el estómago».

¿Quizás lo he buscado para cambiarlo? ¿Quiero alguien sereno para hacer una familia?  ¿Puede que trate de conseguir de él lo que necesité de mi padre y no conseguí? No existe una única razón sino tantas posibilidades como casos existen. Sin embargo, como todo, esto también es información. Parte del proceso de autoconocimiento pasa irremediablemente por identificar nuestras tendencias inconscientes.

A menudo, cuando nos enamoramos de alguien, nos enamoramos de aspectos de nuestra propia personalidad que reprimimos y que la otra persona nos muestra.

Las relaciones, desde este punto de vista, son un proceso mediante el cual nos relacionamos con otras personas para recuperar aspectos inconscientes de nuestra personalidad y, así, poder completarnos como individuos.

La pregunta que podemos hacernos al respecto sería: ¿qué es lo que me aporta una relación con un hombre mayor? Y, ¿qué desventajas o peligros implica, en este sentido, una relación con un hombre más joven?

Es posible que, de pequeños, no hayamos tenido padre o hayamos tenido un padre ausente, o incluso que nuestra propia madre se haya interpuesto en la relación directa con nuestro padre y queramos recuperar ese vínculo. O al revés, que hayamos tenido una relación muy cercana con nuestro padre y que, avanzados en la edad adulta, no hayamos integrado aquellos aspectos que la figura paterna nos aportó y sigamos buscándolos en el exterior, en otras personas.

No nos enamoramos de la edad, sino de las características que asociamos inconscientemente con una persona mayor.

Todos los aspectos paternales o necesidades que no son cubiertas durante nuestra infancia conforman una serie de carencias que intentaremos suplir a través de nuestras relaciones interpersonales, especialmente en las «amorosas». La función del padre y de la madre es arquetípica, es decir, común a todos los seres humanos. Está instaurada en nuestro inconsciente; por eso podemos decir que cada padre realiza una función específica que, a su vez, tiene una marcada función biológica.

Las parejas con diferencia de edad en las que el hombre es mayor que la mujer pueden cumplir la función de que la mujer se sienta segura y protegida. Por otra parte, es posible que antes, en nuestro sistema familiar, se diera una relación similar. En cualquier caso podemos preguntarnos lo siguiente:¿qué pretendo cubrir con mis relaciones? ¿de qué forma no me cuido o protejo a mí misma?, ¿por qué no me atrevo a hacerlo?.

En última instancia, no es cuestión de edad, sino de resonancia. Cuando dos personas establecen una relación, su información se complementa para dar equilibrio a la pareja. Por ejemplo, una persona con un padre muy presente, a menudo buscará inconscientemente unirse a alguien con un padre ausente. Todas nuestras relaciones sirven para conocernos mejor a nosotros mismos. Identificar las carencias emocionales que suple nuestra pareja, es el primer paso para establecer una relación basada en el amor, en lugar de una relación basada en la necesidad.