Un chiste dice que nuestro cuerpo es 80 % agua, por lo que prácticamente somos pepinos con un alto grado de ansiedad. Parece que en esta época es más cierto que nunca, pues cada vez es más la gente que vive con ansiedad, depresión o estrés crónico. Este último es muy difícil de entender y tratar, pues muchas veces la gente cree que realmente es algo temporal, que sólo necesita hacer una cosa para deshacerse de él, pero con el paso del tiempo, es más que evidente que el problema sólo se acentúa.

Somos animales, pero racionales. Sabemos y podemos entender qué es el estrés, pero sin duda, es difícil evitar que se accione. Cuando nos sentimos en una situación de peligro, el estrés comienza a ser parte de nosotros. Imagina que vas manejando y otro auto hace una maniobra peligrosa que casi te hace chocar a 80 kilómetros por hora. El estrés se activa, la adrenalina bombea por tu cuerpo, sientes que pudiste haber muerto y tu cuerpo tarda varios minutos, si no es que unas horas, en regular todo lo que pasa internamente.

Se trata de una amenaza externa, sin embargo, psicológicamente tenemos muchos autos que vienen hacia nosotros a más 80 km/h. La idea de perder un trabajo, no saber cómo llegar a fin de mes con el dinero que nos queda, la noción de no poder terminar los estudios o alguna situación personal o familiar; todo eso es causa de un estrés que constantemente crece dentro de nosotros.

En la región límbica de nuestro cerebro es donde se encuentra el “cerebro emocional”. Ahí es donde las emociones pasan por el inconsciente y se analiza la información para descartar peligro o ponernos a la defensiva. Sin embargo, muchas veces los traumas del pasado, o las cuestiones que siempre vienen a afectarnos, son parte de lo que activa ese estrés.

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Mientras más vivimos esas emociones negativas, esos recuerdos dolorosos, o esos miedos fundamentados en lo más profundo de nuestro ser, el estrés se convierte en algo crónico. Comenzamos a sentirnos estresados todo el día, incluso cuando no pensamos en eso. Es como si esos recuerdos dejaran una estela, por lo que aún al irse, su efecto continúa afectándonos.

El estrés nos hace envejecer más rápido, inflama y oxida nuestro cuerpo, eleva nuestro nivel de azúcar, incrementa la tensión arterial, daña nuestro metabolismo e incluso rompe lazos con nuestra creatividad.

¿Qué podemos hacer para evitarlo?

La vida en las grandes ciudades nos hacen pensar que el estrés es la cuota del éxito, incluso hay quienes se sienten mal si no están estresados, pero con todo lo que puede ocasionar, nada como la meditación para acceder a la mente y encontrar la fuente de esos problemas.

Hacer ejercicio es otra gran forma de comenzar a bajar esa ansiedad que induce al estrés. La reflexología podal, trabajar sobre los píes para acceder a nuestras emociones ocultas, es otra gran manera de transformar nuestra mente.

Incluso algo tan sencillo como tomar un masaje puede ayudarnos. Lo importante es negar que necesitamos ayuda y encerrarnos en nosotros mismos.

Entender nuestra mente es tan importante como cumplir nuestras metas, salir adelante o hacer ejercicio. La salud mental está tomando fuerza e importancia, por lo que no debemos descartar que la necesitamos.

Fuente:

Cuerpo y mente

Mind Body Green