En los últimos años se ha visto un surgimiento admirable de los movimientos para sensibilizar y concienciar a las sociedades sobre las muy variadas formas en las que se pueden cometer agresiones sexuales, muchas de las cuales pueden ser sigilosas y difíciles de precisar, sobre todo porque algunas ocurren en situaciones cotidianas en las que cualquiera puede terminar cualquier día.

A través del corto cinematográfico francés Je suis ordinaire (Soy Ordinaria), protagonizado por la actriz francesa Chloe Fontaine, se se pretende visibilizar esas penosas situaciones en las que millones de mujeres han sido puestas por sus parejas y que parecen bailar entre el sexo consensuado y la agresión sexual, pero que una vez que se analizan con detenimiento, queda que la palabra correcta es "violación".

En el film se refleja la vida cotidiana de una pareja y deja ver cómo una situación cotidiana como la insistencia para practicar sexo por parte de uno, chocando con la oposición del otro, puede llegar a ser devastadora para la víctima. El corto alterna la perspectiva a través de la cámara, que ayuda a contar los hechos según su protagonista.

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El corto refleja como un hombre pide y pide a su pareja tener relaciones sexuales, y ella, ante su insistencia, finalmente "le permite" que tenga sexo con ella. En algún momento se observa cómo ella se convierte en un objeto pasivo ante un hombre que no considera los deseos o sentimientos de su pareja. Incluso ante la insistencia de la chica, él no duda en satisfacerse.

Tristemente, estas ocurrencias escenas son más comunes en la vida real de lo que se imaginamos. Y aún así, sería difícil identificarlas como abuso sexual o violación por parte de una parte importante de la sociedad, que lo consideraría un acto normal de la vida en pareja.

Lo peor del asunto es que en el corto queda claro que él es su novio, no un desconocido, y el acto sucede en la intimidad de la habitación, no en una calle desolada. Esto significa que incluso la tranquilidad del hogar no es suficiente para proteger a algunas mujeres de la agresión sexual de sus parejas.

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Fontaine explica sobre el corto: “[Una amiga] Me dijo que había pasado la noche con un chico que no le dejaba de pedir sexo” con respecto a una amiga, y pese a que ella no quería, tuvo que acceder porque se sintió obligada a complacerle. Yo me sentí muy enojada, pero esto formaba parte de su intimidad y yo no tenía derecho a inmiscuirme”, concluyó.

Según cifras oficiales, es 4.4 veces más probable que una mujer sea violada por un conocido o un cónyugue que por parte de un desconocido. Además, en Francia, el 31% de los condenados por violación o intento de violación son los mimos cónyuges de las víctimas.

El corto ha despertado muchas opiniones distintas, pero queda claro que lo que muestra y critica es real y ha ayudado a muchas mujeres a identificarse con lo que ocurre en pantalla, y merece un aplauso por la forma tan cruda en la que muestra la realidad, incluso cuando duele verla y saber que esto seguirá ocurriendo.

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Magnet