La naturaleza tiene su propio tiempo que ha sido sagrado para nuestros antepasados. Nuestro cuerpo, incluso, como parte de la ella, también los tiene, aunque no siempre los tengamos en cuenta. Sin embargo, el ritmo acelerado de vida y de consumo nos ha acostumbrado a la idea de que la velocidad es lo más importante y de que si logramos gastar un mínimo de tiempo en ganar una gran cantidad (de objetos, de logros, etc), estaremos siendo eficientes. Y éste parecería ser el centro gravitacional alrededor del cual se organiza toda una vida realmente “exitosa”.

Modelos de producción agrícola como los que promueven compañías como la multinacional estadounidense Monsanto siguen esta línea, buscando cada vez producir más, sin importar cómo. Por eso, la empresa de semillas se encuentra dentro de las 5 agroquímicas más grandes del mundo, famosa por comercializar el herbicida “Roundup”, cuyo principio activo (el glifosato) ha sido señalado como probable carcinógeno humano. Y no solo eso, sino que también quiere imponer el monopolio de semillas modificadas genéticamente para hacer sus cultivos más resistentes a tan fuerte herbicida.

Monsanto- rosa
Monsanto - rosa que no se marchita

Pero el afán de lucro de la multinacional sigue en pie. Ahora, busca patentar una modificación temporal del ADN de una rosa, clavel o petunia que ha sido cortada, para limitar la producción del componente que la hace marchitar. Esto forma parte de los intentos de la compañía por desarrollar alteraciones genéticas temporales.

Al rociar la planta con moléculas genéticas llamadas ARN, o alimentando las raíces con ellas a través del agua de un jarrón, por ejemplo, se modificarían temporalmente genes específicos para detener la producción natural de etileno, hormona del crecimiento que hace que se marchiten.

La multinacional presentó la solicitud de patente para cultivar esta rosa a la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos.

Monsanto - rosa que no se marchita- patente

Quienes apoyan este desarrollo, señalan que podría ser útil para evitar la marchitación y que ayudaría a la industria de la floricultura, donde se utilizan químicos en el transporte para evitar el envejecimiento natural de las plantas.

Sin embargo, los pequeños comercios claramente no podrán afrontar los costos de esta patente y además, de aceptarse seguiríamos alimentando este gigante multinacional que sigue buscando controlar todo lo que crece (o muere) en nuestras tierras. Y eso, en muchos casos, es lo que comemos o es la fuente de trabajo de nuestros pueblos.

Fuera Monsanto- rosa que no se marchita

¡Dejemos a la rosa crecer tal cual es en el jardín y evitemos que Monsanto siga haciendo negociados con nuestros suelos!