Todos queremos ser felices, o al menos, eso suponemos. ¿Quién puede desear una vida infeliz? Nadie en su sano juicio, seguro.

Pero debes saber que no todo el mundo la desea de la misma manera. Es cierto, nadie ansía el dolor, la tristeza y la desesperanza. Pero hay personas que están demasiado obsesionadas con la idea de ser feliz, mientras que otras dejan que las cosas fluyan.

Y he aquí la paradoja de la felicidad: cuanto más la deseas, más te alejas de ella.

¿Cómo? Sí, así es. Estos son los motivos.

Dificultad para delimitarla

El primer problema con la felicidad, es que es demasiado difícil de delimitar.

¿Qué es ser feliz?

Esa es la pregunta del millón, la que miles y miles de personas a lo largo de la historia han querido responder, pero que aún hoy no tiene una respuesta concreta.

Por eso, ansiar tanto la felicidad es peligroso. Deseamos algo que no sabemos qué es. Cómo es. Y por supuesto, que no sabemos cómo conseguir.

Esto nos lleva al segundo problema de esta paradoja:

Insatisfacción

De acuerdo a un estudio realizado en la Universidad de Denver, cuanta más importancia le damos a la felicidad, más insatisfechos nos sentimos con nuestra vida.

Lo interesante del estudio fue que también evaluó las condiciones externas de los participantes (vivienda, trabajo, estatus social, etc.), y los resultados fueron idénticos.

Es decir, que la paradoja de la felicidad se repite de igual manera entre personas con excelente calidad de vida que entre los que tenían condiciones más desfavorables.

Esto parecería demostrar la idea de que no son los objetos o el estándar de vida lo que nos hace felices...

Soledad

Los mismos investigadores llegaron, a través de un nuevo estudio, a una segunda conclusión: las personas más deseosas de ser felices se sienten muy solos. Mientras que quienes no le dan tanta relevancia, no tenían una particular sensación de soledad.

Este fenómeno aparentemente se explica porque quienes desean demasiado ser felices se concentran tanto en sí mismos que descuidan lazos interpersonales. Digamos que son más egoístas y menos receptivos.

Dificultad para vivir el presente

Poner tanto empeño en ser feliz genera, además, una clara dificultad para disfrutar de los momentos en los que de hecho, estamos contentos. Es que, por todo lo anterior, no parecen suficientes.

“Este viaje debería darme felicidad, y al final, es igual a cualquier otro”, “este trabajo que tanto soñé no me ha cambiado la vida como esperaba”, y puede seguir. ¿Te suena?

De nuevo, el problema está en el concepto mismo de felicidad. ¿Cuándo se alcanza verdaderamente?

¿Se puede salir de la paradoja de la felicidad?

Aparentemente, nunca sabremos a ciencia cierta qué es ser feliz, pero algunas personas parecen ser más felices que otras. Entonces, todo es muy confuso.

La realidad es que quizá, la mejor forma de estar más satisfecho con la propia vida y sentirse mejor es dejar de preguntarse qué es la felicidad y cómo conseguirla, y simplemente aceptar lo que nos toca.

Hacer aquellas cosas que nos parezcan importantes, sin medir el grado de “felicidad” que nos dan. Relativizar el concepto y disfrutar cada pequeño logro o alegría que nos da la vida.

¿Eso nos hará felices? Quién sabe. Al menos, viviremos más tranquilos.

Fuentes:

La Mente es Maravillosa

EnamorandoMe