Además de dos alas, dos brazos y dos puntos ciegos, cada eneatipo tiene dos eneatipos consonantes con los cuales constituye un eje. Habitualmente canalizamos la energía de un modo particular; el rol del eneatipo consonante consiste en poner de manifiesto caminos alternativos posibles, generalmente opuestos. Es decir que los eneatipos consonantes se muestran mutuamente, modalidades complementarias.

¿Cuáles son estos ejes?

1. UNO Y CINCO: EJE DEL ORDEN

El Uno y el Cinco constituyen el eje del orden (del orden práctico al teórico y viceversa). El Uno, fiel a sus principios e ideales, canaliza su energía en un esfuerzo por mejorar la realidad. Trabaja por valores elevados, a costa de grandes sacrificios personales hasta haber hecho lo que corresponde. Impulsa al Cinco a transitar de la contemplación a la acción, poniéndose en movimiento. En tanto el Cinco es el observador, su modo de pensar es analítico y sistemático. Contempla la realidad para obtener de ella conocimiento y, de ese modo, estar preparado para afrontar los retos de la vida. Invita al Uno a pasar de la acción a la reflexión, analizando diferentes alternativas.

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2. UNO Y SEIS: EJE DEL DEBER SER

El Uno y el Seis comparten el eje del deber ser (de la autoridad interior a la exterior y viceversa). El Uno es el idealista: siente visceralmente la lucha entre el bien y el mal; es justo y equilibrado en sus apreciaciones, basándose principalmente en su juez interior. Invita al Seis a aceptar y confiar en su autoridad interior en lugar de depender de autoridades exteriores. Al mismo tiempo el Seis, siempre fiel a las personas y al deber, necesita tener claros los procedimientos, saber cuáles son las expectativas de las que es objeto y las normas de actuación. Sugiere al Uno alejarse de la dependencia del severo juez interno, confiando y aceptando jerarquías externas bien definidas.

3. DOS Y SEIS: EJE DE LA RELACION

El Dos y el Seis constituyen el eje de la relación (del dar al recibir y viceversa). El Dos es “el que da”, el altruista. El amor y la amistad son las dimensiones más importantes de su existencia. Su capacidad de entrega y sus dotes sociales lo conducen a intuir las necesidades del prójimo, a relacionarse y a actuar en consecuencia. El Dos permite al Seis salir de su inseguridad, generándole entusiasmo al brindarse a los demás. Y el Seis, siempre embarcado en hacer lo esperado, responsable en el cumplimiento de los compromisos y fiel a las personas y al deber, ayuda al Dos no solo a dar, sino que lo predispone a pedir y, de este modo, poder recibir.

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