Al norte de Kenia, en el poblado de Samburu, existe una villa poblada sólo por mujeres. Se trata de Umoja, la primera aldea exclusiva para mujeres, en la que junto a sus hijos, viven alejados de la discriminación y la violencia de género presente en la zona.

Escapando de los abusos y maltratos de las aldeas patriarcales, estas mujeres fundaron el poblado de Umoja. Rebecca Lolosoli, matriarca y fundadora, estaba recuperándose de una golpiza de un grupo de hombres cuando pensó en una comunidad de mujeres. El ataque no fue casual, Rebecca solía hablar con otras mujeres Samburu sobre sus derechos.

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Sus primeras habitantes son sobrevivientes de abusos de soldados británicos de la zona. Desde su inicio en 1990, su población se expandió. Con los años, llegaron jóvenes que escapaban del matrimonio infantil, de la mutilación genital, de la violencia doméstica y violaciones; prácticas que hasta el día de hoy son comunes en Samburu.

La cultura en Samburu es profundamente patriarcal. Son los hombres quienes reunidos en círculo discuten los problemas de la aldea, y solo ocasionalmente las mujeres pueden expresar sus opiniones. La situación en el resto del país es similar. Según datos de la ONG Girls Not Brides, el 23% de las adolescentes en Kenia se casan apenas cumplen 18 años, mientras que un 4% es forzada a casarse a los 15.

Es por eso que mujeres y niñas de la zona llegan a este refugio donde no solo viven libres de la discriminación y miedo, sino que también aprenden y tienen la libertad de trabajar comercializar productos.

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"Aquí he aprendido a hacer cosas que generalmente nos prohíben a las mujeres. Tengo permiso para ganar mi propio dinero, y cuando un turista compra algunas de mis joyas me siento muy orgullosa", contó Nagusi, una aldeana de Umoji a una periodista de The Guardian.

En el año 2015, eran 47 mujeres y 200 niños los habitantes de Umoja. Cuentan con una escuela, a la que también asisten niños de aldeas vecinas, y un camping para grupos de turistas y safaris. Este último es su principal fuente de ingresos, además de la entrada que cobran por entrar a la aldea y las joyas y artesanías que venden.

El camino hasta aquí no fue fácil, hombres de pueblos cercanos intentaron obstaculizar el funcionamiento del pueblo. La vida en Umoja es precaria pero la vida de sus habitantes cambió drásticamente desde que construyeron esta comunidad colaborativa de mujeres.

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