Ya sea en películas o en la vida diaria, todos hemos escuchado que las personas con lentes o gafas dan la impresión de ser más inteligentes que el promedio. De hecho, un estudio realizado por el Colegio Británico de Optometristas determinó que cuando asistes a una entrevista de trabajo, llevar gafas incrementa tus posibilidades de ser seleccionado.

Pero, ¿qué tanta verdad hay en que tener problemas de vista y necesitar anteojos te hacen más inteligente? Según un grupo de científicos, puede que sea más cierto de lo que habrías imaginado.

[También podría interesarte: Haciendo esto un momento cada día se puede regenerar la vista sin cirugías ni lentes]

mujer con lentes leyendo en la biblioteca

Una investigación a gran escala llevada a cabo por la Universidad de Edimburgo determinó, por medio de evidencia genética, que hay una correlación positiva entre tener una vista deficiente y un alto grado de inteligencia.

Para llegar a las conclusiones, el equipo analizó los datos de 300.486 personas de entre 16 y 102 años recopilados por el United Kingdom Biobank y los consorcios Charge & Cogent.

Los científicos identificaron 148 cromosomas independientes asociados a una alta capacidad cognitiva. Evaluaron si varios atributos como la vista, la presión arterial alta y la calidad de vida afectaban directamente a la inteligencia. El resultado fue que los participantes del estudio que usaban gafas tenían aproximadamente un 30% más de probabilidades de ser inteligentes.

Una función cognitiva alta se relaciona con indicadores saludables, como la longevidad, la disminución del riesgo de padecer cáncer de pulmón y una mejor salud cardiovascular y mental.

Un hombre con anteojos reflexivo mira por la ventana

[También podría interesarte: 10 cosas importantes sobre los ojos que tienen que saber todas las personas que usan lentillas]

"Se trata del mayor estudio genético de la función cognitiva jamás realizado, el cual ha identificado muchas diferencias genéticas que contribuyen a la heredabilidad de las habilidades mentales", reconoce Gail Davies, de la Universidad de Edimburgo y autora principal del estudio.

A pesar de las conclusiones, los investigadores concuerdan en que los resultados deben analizarse más detenidamente para alcanzar una mayor comprensión sobre sus implicaciones, y sobre como este nuevo conocimiento puede aplicarse al estudio y tratamiento de enfermedades que afectan la cognición, como el Alzheimer.

Fuentes:

QuimiNet

El Confidencial

Nature Communications