Si bien sabemos que la amabilidad, empatía y predisposición para ayudar al otro son cualidades que todos los seres humanos debiéramos ejercer, hacerlo en exceso, al punto de querer complacer a todo el mundo, produce un efecto nocivo.

La cuestión es que poner a los demás por encima de la propia estima personal, la valoración y querer complacerlos de manera compulsiva, compromete en forma muy seria la integridad física, mental y emocional.

La búsqueda de aprobación por parte de los otros es un rasgo social: todos deseamos que nos acepten y sentirnos queridos. Sin embargo, el hacerlo en exceso lleva a un desvío de la mirada interna para quedarse sujeto a la mirada del otro. Si te aprueban, sientes un aparente estado interno de satisfacción, mientras que, si te desaprueban, te sientes miserable y no merecedor de la atención de la otra persona.

Las claves principales del límite entre ser empático y vivir sometido a la mirada del otro están en la forma en que fuimos criados desde niños, y del efecto que se busca generar los demás. Cada vez que quieres complacer a todo el mundo, te despersonalizas un poco.

Los mapas mentales con que te representas tu rol en el mundo, los hábitos que conforman las conductas compulsivas y las emociones desequilibradas, son parte de lo que puedes trabajar para convivir en cooperación, sin perderte de vista.

como reaccionar si la persona que te gusta deja de hablarte

Los motivos por los que te perjudicas

Vivir queriendo complacer a todos es una falacia: no existe persona que pueda lograrlo, ya que, de alguna forma. Cada individuo es una totalidad en sí misma, y encontrará sus propios motivos de desacuerdo con tu accionar por más amable que seas.

Te perjudicas porque:

- Buscas poner al otro en primer lugar, siempre.

- Limitas tus emociones de acuerdo con las reacciones de las demás personas.

- Te conviertes en un esclavo de la manipulación emocional queriendo complacer.

- Postergas tus anhelos, metas y deseos por darle espacio al otro.

- Desintegras tu auto estima, ya que empiezas a vivir constantemente en función del afuera.

- Quieres satisfacer una demanda permanente de los demás.

- Dejas de sentir que tienes vida propia, por cuanto estás viviendo una en la que tienen predominancia los otros por sobre ti.

Como saber si eres un complacedor serial

Para evaluar tu interacción con los demás, puedes responder honestamente estas preguntas:

1. ¿Paso la mayor parte del tiempo haciendo cosas por otros y no por mí?

2. ¿Siento temor al decir mi opinión sincera?

3. ¿Tengo dificultad para poner límites frente a los demás?

4. ¿Dejo que los otros elijan por mí?

5. ¿Pienso que, si no les doy lo que quieren, me van a dejar de querer?

6. ¿Tengo temor de no ser querido por el otro?

7. ¿Hago cosas que no quiero sólo por complacer?

8. ¿Me siento triste luego de haber dado todo de mi según lo que -interpreto- que el otro quiere, y aún así, jamás es suficiente para el/ella?

9. ¿Invierto más tiempo en otros que en mí?

10. ¿Evito conflictos con tal de complacer a otros?

Si has respondido más de seis preguntas de manera afirmativa, quizás puedas considerar la consulta con un psicoterapeuta entrenado, que es la persona idónea para acompañarte en el proceso de reconstrucción interna que se requiere para recobrar la autenticidad en tu vida.

Dos personas se toman las manos

5 pasos para empezar

Como sugerencia práctica, aquí van cinco pasos que pueden ayudarte:

1. Reconoce tu propia valía. El vivir complaciendo a los otros no te dará la opción de prestarte atención a tus anhelos, deseos y sentimientos genuinos: vivirás actuando para los demás.

2. Practica decir “no” y poner límites con mayor frecuencia. Empieza a poner límites y a elegir lo que quieres -incluyendo lo más sencillo como la comida, ropa, momentos de descanso, los espacios donde quieres compartir con otros, etcétera-.

3. Elimina los “debería” y “tengo que…”, cambiándolos por “elijo”, “prefiero…”.

4. Experimenta la paleta de emociones completa, observando cómo te sientes cuando empiezas a “re-empoderarte” paso a paso.

5. Evalúate conscientemente hasta incorporar el nuevo comportamiento. Recuerda situaciones donde entregaste tu poder personal complaciendo a todos: ¿Cómo te sentías después, en soledad? ¿De qué forma eso te quitó vida personal? ¿Cómo podrías actuar distinto la próxima vez?

Fuente:

Daniel Colombo