Las mordeduras de perros graves o fatales son eventos extremadamente raros. Sin embargo, generan noticias catastróficas en los medios de comunicación. La poca profundidad del abordaje, que no excede de la noticia en si, impide visualizar que se trata de casos aislados entre millones de perros inofensivos .

En América Latina las estadísticas sobre mordeduras son escasas, aunque se calcula que la mayoría de las mordeduras son nivel 1, el cual es el nivel más bajo.

De estos eventos extraños derivan leyes que califican a algunos perros como potencialmente peligrosos. Cada una de las leyes posee un listado básico que es ampliado de una a otra sin que exista un consenso en cuanto a que razas se deben incluir, por lo que se trata de listados arbitrarios: algunas llegan al absurdo de calificar de esta manera a perros de 10kg. El problema con estas leyes, entonces, es que tratan a muchos perros como peligrosos solo por el hecho de que algunos los son.

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La clave está en la educación

A tal respecto, se debe destacar que nadie criminaliza a un ser humano por un hecho que no cometió. Tampoco se admite juzgar a una persona por su aspecto, mientras que las normativas vigentes sí lo hacen con los caninos.

La etología, ciencia que estudia el comportamiento animal, pone a nuestro alcance evidencia científica que enseña que el perro es igual a un niño: si al niño que va creciendo lo guiamos para que logre objetivos de acuerdo a su edad y le enseñamos lo que está bien y lo que está mal, será un niño seguro de sí mismo e irá viviendo las etapas de su vida con felicidad y alegría, demostrando que todo lo aprendido lo lleva a su bienestar.

Exactamente eso mismo pasa con los perros; si nos tomamos el tiempo, con un profundo amor y paciencia, nuestro amigo irá transitando el camino de su crecimiento sabiendo qué esperamos de él y de su comportamiento.

La educación debería ser la base de cualquier legislación sobre seres vivos que conviven con el humano. No existen perros malos, existen adultos que no se tomaron el tiempo para enseñar. Lamentablemente, las leyes sobre fauna urbana en Argentina están desactualizadas, y demuestran un importante desprecio por abordajes interdisciplinarios, dónde además participen personas relacionadas al derecho animal, especialistas en genética y en comportamiento animal que incluyan al animal no humano como un ser con valor por si mismo que debe ser protegido.

La base fundamental con la que contamos para afrontar la problemática es trabajar, no sobre un concepto de peligrosidad abstracto, sino sobre eventos producidos, fortalecer la educación en cuanto a convivencia e interrelación con los demás animales humanos y no humanos, prohibir todas aquellas actividades que fomenten el uso de animales como herramientas y armas (seguridad, guardia, caza, etc.) y por lo tanto, su cría y reproducción para tales fines. Prohibir criaderos y la reproducción comercial sería también una estrategia a utilizar.

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Un abordaje eficaz de esta problemática exige un cambio legislativo que incluya estos temas.