La depilación es, dentro de los patrones sociales que se imponen a las mujeres, uno de los que está más arraigado. Incluso está tan aceptado que pareciera que las mujeres realmente son así, lampiñas.

La sociedad mira con mala cara a las mujeres que no se maquillan, a las que no encajan en los patrones de belleza establecidos, pero al menos reconoce su existencia. Las mujeres con pelos ni siquiera aparecen en el imaginario colectivo.

¿De dónde viene esta tradición? ¿Por qué las mujeres tenemos que seguir sufriendo por su culpa?

En realidad, hasta después de la Primera Guerra Mundial, ninguna mujer se depilaba. La depilación femenina fue el invento de dos industrias que vienen oprimiendo a la mujer prácticamente desde su surgimiento: la industria de la moda y la publicidad.

Publicidad de Adidas, 2017. (Fuente: Trendencias)

Cuando la moda empezó a ser que las mujeres muestren sus brazos y piernas, comenzó a verse mal que estos tuvieran pelos. Pues las mujeres que se mostraban en publicidades (en ese momento, casi siempre dibujadas) no los tenían.

La aparición de las medias de lycra también fomentó esta idea: si vas a mostrar tus piernas, mujer, debe verse diferentes a las de los hombres. Es decir: sin pelos.

Al final, todas nos convencimos de que ni las piernas ni las axilas de las mujeres tienen pelos. Y, por supuesto, reproducimos el mensaje: si vemos a una mujer que no se depila, la tildamos de sucia, masculina, descuidada.

Mientras tanto, seguimos sufriendo la depilación.

Porque sí, la depilación nos hace sufrir.

Sufrimos los pelos encarnados

Después de la depilación, a veces algunos pelos se encarnan, produciendo dolor y malestar.

Sufrimos irritación y escozor

Después de la depilación, la piel está hinchada, irritada, pica.

Sufrimos sequedad en la piel

La piel de la pierna, las axilas, y hasta de la zona íntima se ve afectada por la depilación, provocando resequedad. Al final, es necesario recurrir a cremas u otros tratamientos para contrarrestar.

Sufrimos dolor

Chicos que nunca se hayan depilado, sépanlo. La depilación nos duele. No somos así naturalmente. Depilarse es ir contra la naturaleza, y eso no es agradable.

Lo más probable es que no dejemos de depilarnos próximamente. Porque permitirnos ser como somos, con nuestros pelos, es todavía uno de los cambios más difíciles que quedan por dar.

Pero al menos, algo es seguro: no nos seguiremos callando.

Fuentes:

Playground

Mundo TKM