¿Te sientes menos que los demás? ¿Tienes la sensación de que vales poco y que las
otras personas son más importantes? Es posible que estés padeciendo el complejo
de inferioridad.

Este concepto fue postulado por el médico y psicoterapeuta austríaco Alfred Adler, con
sus postulados sobre la psicología del desarrollo infantil. Se trata, ni más ni menos, de que la mirada interna de la persona lo sume en un escalón muy inferior a los demás, por lo que semejante desproporción en su autoimagen afecta severamente su auto valía, auto estima y todas las estructuras internas para funcionar de manera adecuada y equilibrada en las distintas
facetas de la vida.

Seguramente conoces personas que pasan toda su vida sintiéndose inferiores a los
demás, y esto les provoca una gran tristeza, angustia y hasta depresión que derivan en
otras patologías y enfermedades psicosomáticas. Por lo general, la persona con
complejo de inferioridad siente miedo, temores imaginarios, inseguridad y hasta un
dejo de tristeza permanente que inunda todo su ser.


Una adolescente con expresión triste sentada al lado de una ventana

Para Adler, esto tiene su origen en la infancia, sobre todo a partir de:

- Ausencia de estímulos.
- Falta de incentivos.
- Sometimiento y agresiones verbales y físicas.
- Comparar al niño o niña con los demás y siempre dejarlo en inferioridad de
condiciones.
- Fallas en el apoyo emocional básico, como el amor, cariño, abrazos,
alimentación y cuidados.

Es así como, de adultos y en forma inconsciente, se manifiestan comportamientos
limitantes, que surgieron en la infancia como mecanismos de protección para intentar
evitar esa mirada acusatoria, negativa y de disminución de la valía en la que se ha
criado.

Repasemos algunos ejemplos de comportamientos asociados al complejo de
inferioridad:


- Estar permanentemente pendiente de la mirada de los demás.

- Sentirse inseguro aún en las áreas en que se sabe que se tiene el conocimiento
y la experiencia para afrontar las situaciones.

- Compararse con los demás.

- No creerse capaz de alcanzar logros destacados, o atribuirlos a la suerte o a la
casualidad.

- Sentir envidia como un rasgo permanente, en todas sus formas.

- Búsqueda inconsciente de que lo elogien y vanaglorien.

- Ganas de desaparecer -literalmente- por miedo a fallar.

- Timidez, vergüenza

- Dificultades para relacionarse con los demás.

- Sentirse criticado y juzgado.

- Sentir culpabilidad internamente, por más que no haya motivos objetivos para
ello.

- Tendencia al aislamiento para evitar sentirse juzgado o mirado por los demás, o
quizás criticado.

- Victimización: se considera una víctima del destino, de su familia, de las
circunstancias.

- Autoestima baja.

- Puede ser muy perfeccionista, como para frenar todo intento de críticas de los
demás.

- Idea inconsciente de que los demás se destacan más que él/ella y que jamás
estará a la altura de las circunstancias.

- Es letal con su autocrítica.

Algunas herramientas de afrontamiento

Para dar un paso adelante en el proceso de superar el complejo de inferioridad, es
esencial trabajar con un psicoterapeuta profesional que te acompañe, para brindar la
contención y encuadre a la situación.

Como una primera aproximación para superar el complejo de inferioridad, aquí van
cinco sugerencias. Recuerda consultar con un profesional matriculado en todos los
casos, porque estarás trabajando con patrones internos muy profundos que están
directamente relacionados con tu estructura psíquica.

Un hombre triste sentado en un sillón

1. Detectar conscientemente cuándo te comparas con los demás

En cualquier aspecto, la comparación te dejará en desventaja. El
proceso racional consiste en generar un alerta interno para detectar el momento
preciso en que aparece el pensamiento/sensación rumiante de compararse, y frenarlo
reencauzándolo hacia una emoción positiva y no limitante.

2. Elaborar la historia de vida

Posiblemente si has tenido una infancia que dista bastante de ser equilibrada, amorosa
y constructiva, tu estructura psíquica de base y la conformación de tu personalidad se
han visto afectadas. Con la ayuda de un profesional del campo de la salud podrás ir a la
raíz del problema; conectar con esas experiencias, y, en un proceso paulatino, ir
sanando desde adentro para conquistar mayor libertad interna.

3. Soltar las ataduras condicionantes del pasado

Relacionado con lo anterior, el complejo de inferioridad muchas veces tiene que ver con repetir patrones que fueron impregnados entre que nacemos y aproximadamente a los seis o siete años. Si logras ir al punto de origen, será más rápido el proceso para soltar nudos internos que te mantiene atrapado.

Es como querer moverse estando con el cuerpo y el alma completamente atados. En el proceso de soltar estas ataduras es importante elaborar la culpa y el resentimiento, dos de las emociones más fuertes, pesadas y condicionantes en la vida de cualquier ser humano.

4. Agradecer y resaltar-se los logros

Por pequeños que sean, un ejercicio que ayuda para reconstruir la autoestima dañada es el de la gratitud por todo lo que se va logrando diariamente. Por pequeños que sean estos hechos cotidianos que muchas veces dejas pasar de largo, es conveniente que los registres conscientemente, los escribas o los repases mentalmente antes de ir a dormir.

Si lo haces como un entrenamiento diario, verás con el correr de las semanas como tu auto imagen de inferioridad va a dar lugar a una de mayor consistencia, más integrada con lo que sí eres en esencia, y que tenías distorsionada o corrida de lugar. No es algo mágico: es necesario entrenarlo.

5. Exponerse a situaciones que antes evitabas

El estado evitativo de cuestiones que te producen impacto respecto al complejo de inferioridad es otra estrategia saludable para empezar a atravesarlo. Por ejemplo, sé el primero el levantar la mano para dirigir un nuevo proyecto, para hablar en público o para hacer una mentoría en tu trabajo acompañando a alguien con menos experiencia que tú.

Se trata de animarte a atravesar esos miedos inconscientes que te limitan por el qué dirán, y, de esta forma, si repites el procedimiento tantas veces como sea necesario, observarás tu entereza para salir adelante y más fortalecido.

Fuente:

Daniel Colombo