En los tiempos del antiguo testamento y en las culturas ancestrales alrededor del mundo, existían espacios exclusivos para las mujeres. Llamados la carpa roja o la casa de la luna, eran lugares donde se retiraban a menstruar o a prepararse para el parto. Literalmente, eran tiendas dentro de los campamentos cubiertas con simbólicas telas rojas.

La menstruación de las mujeres de una misma tribu solía estar sincronizada y llegaba al mismo tiempo. Generalmente coincidía con la luna nueva, el momento de mayor oscuridad en el cielo, propicio para recogerse hacia el interior y entregarse al silencio y la introspección.

Se piensa que sufrían apartarse de la sociedad durante los días de sangrado, pero sucedía lo contrario. Dentro de las tiendas rojas las mujeres se permitían descansar: alejarse del ritmo de la vida exterior y dedicarse un momento para conectar con ellas mismas y renovarse. Dejaban de hacer para simplemente ser.

También realizaban rituales y ceremonias donde celebraban los ciclos de vida y muerte, adoraban a sus dioses y diosas y transmitían los saberes femeninos a las mujeres más pequeñas de la tribu. Preparaban las medicinas naturales y abuelas, madres e hijas intercambiaban experiencias y consejos.

La conexión con la sangre menstrual era de vital importancia. No era considerada sucia o tabú, sino una fuente de sabiduría, placer, creatividad y contacto con la madre tierra.

LAS CARPAS ROJAS EN LA ACTUALIDAD

Cada vez más mujeres atienden el llamado del despertar de la energía femenina. Existe una necesidad inmensa por romper los tabúes acerca de la menstruación, recordar la importancia del ciclo hormonal y reconectar con sus dones y su sentido más sagrado. Reconocerse cíclicas para abrazar los cambios en vez de resistirlos o vivirlos como un impedimento.

Los círculos de mujeres hace tiempo son una realidad: espacios de encuentro, escucha, apoyo, sanación y celebración. Estar menstruando ya no es un requisito para asistir a la carpa roja, pero su creación es una manera de honrar los linajes de mujeres que transmitieron de generación en generación los misterios femeninos sobre sexualidad, religiosidad, arte y medicina de cuerpo y espíritu.

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RESTAURAR LA TRADICIÓN

Crear una tienda roja es imitar la sensación de estar refugiadas en el útero materno. Puedes buscar mujeres que abran estos espacios o bien, generarlos en tus grupos de amigas y hermanas. Invitar al diálogo sobre la ciclicidad femenina es una forma de visibilizar y normalizar la menstruación, reconocer su capacidad creativa y celebrar todas las fases de la vida de la mujer: la niñez, la menarquía, la capacidad de dar a luz proyectos o hijos y la menopausia.

Si quieres ver una representación de lo que sucedía dentro de estos espacios, puedes buscar en Netflix la miniserie “The Red Tent” basada en el libro del mismo nombre, de Anita Diamant.

Fuentes:

Mujer Cíclica

Red Tents in Every Neighborhood