Luego de ver un documental en el que Brigitte Bardot recorría un matadero, Malena Blanco se hizo vegetariana: tenía solo 11 años. "Mi plato preferido eran las chuletas de cerdo, pero después de ver eso, le dije a mi mamá que no las comería nunca más; y así fue", asegura. Ella es una de las fundadoras de Voicot, un movimiento vegano que nació en Argentina y que lucha por los derechos de los animales.

Fue recién a los 30 años que se volvió vegana y activista. Hoy, con 40, afirma que elegir el veganismo funciona como "tirar de un hilo": una vez que descubres una cosa, no puedes volver atrás, solamente puedes seguir informándote más al respecto.

“Cuando te enteras de lo que pasa en realidad, quieres que el resto del mundo lo sepa también”, sostiene. Por eso, junto a su novio, Federico Callegari -ambos publicistas-, fundaron Voicot en 2014, durante la contracumbre de la Semana de la Moda de Nueva York.

Ahí presentaron su primer proyecto: una muestra de fotografías de bosques devastados y cerdos proyectadas sobre el cuerpo desnudo de una mujer. A partir de ese momento, decidieron plasmar esas imágenes y frases en remeras, para luego venderlas.

Según datos del documental Cowspiracy, la ganadería es responsable del 91% de la deforestación del Amazonas. Además, un tercio de la tierra es deforestada y desertificada para criar ganado. “Es injusto todo lo que está pasando, estamos destruyendo la humanidad y la naturaleza”, reflexiona Malena.

En contraposición, el veganismo es un fenómeno que crece, incluso en el mundo de la indumentaria: durante los Premios Martín Fierro de la Moda, Malena fue invitada junto a otra activista del movimiento a recibir el premio en la categoría "Moda Sustentable", en representación de la marca Nous Etudions.

Hoy, además de vender remeras, su principal forma de activismo es con mensajes en la vía pública. Recorren el país con afiches en los que se leen mensajes como: “Todos somos animales” y “No financies la explotación animal”, los cuales pegan en carnicerías, góndolas de supermercado y publicidades de cadenas de comida rápida. Ahora se expandieron a otros países del mundo, como Inglaterra.

También participan de vigilias de vacas y cerdos en su camino al matadero, organizadas por The Save Movement, y rescatan gallinas y chanchos encerrados en diferentes rincones del país.

Pero en Voicot no solo realizan activismo, sino que también trabajan con comercio justo y utilizan solo algodón orgánico. Sin embargo, todavía son muy autocríticos: “Ninguno es perfecto, pero siempre hay que cuestionarse. Yo también le hago daño a este planeta, pero intento que ese mal genere algún beneficio en otro lado”, concluye Malena.