Los bosques primarios en Bolivia están perdiéndose a una velocidad vertiginosa. El país ocupa el tercer lugar en el mundo con mayor cantidad de pérdida de zonas forestales primarias. En 2022, por ejemplo, se quedó sin 385 000 hectáreas de estos ecosistemas, lo que significa un aumentó del 32 % comparado con los datos de 2021, según información de la aplicación Global Forest Watch (GFW), del World Resources Institute (WRI).

En los últimos tres años, Bolivia se ha convertido en la segunda nación con mayor pérdida porcentual de bosques primarios con un 69 %, solo por debajo de Ghana, de acuerdo con el análisis de imágenes satelitales realizado por GFW.

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Bolivia ocupa el segundo lugar entre los países con mayor pérdida de bosque primario. Fuente: GFW / WRI.

Un análisis más detallado de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) indica que cinco municipios concentraron el 41 % de la pérdida de bosques primarios en Bolivia durante 2022. San Ignacio de Velasco, Charagua, Pailón, Concepción y San José de Chiquitos, ubicados en el departamento de Santa Cruz, la región con mayor deforestación en el país, son los que lideran el ranking.

“Los cinco municipios donde se está incrementando la deforestación, también tienen alta exposición climática”, señala Natalia Calderón, directora de FAN.

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Charagua se encuentra entre los cinco municipios con mayor deforestación en Bolivia. Foto: Eduardo Franco Berton.

Los análisis realizados por FAN y GFW no se han quedado solamente en la evaluación de las imágenes satelitales, sino que han profundizado en las causas detrás de la reducción de los bosques. “Es muy difícil atribuir a un solo sector y a un solo actor lo que sucede con la deforestación, pues tiene que ver con el crecimiento de la infraestructura, con la expansión de la frontera agropecuaria y con incendios forestales”, explica Calderón.

La expansión de la frontera agropecuaria es considerada la mayor causa de deforestación en Bolivia. Calderón menciona que son varios los factores que se suman en este driver, entre ellos la expansión de los cultivos de soya, el aumento de la ganadería, la colonización, los nuevos asentamientos humanos y la presencia de las colonias menonitas.

Los municipios con mayor deforestación

San Ignacio de Velasco, ha sido fuertemente afectado por sequías e incendios forestales. Entre 2021 y 2022, este municipio perdió 743 000 hectáreas debido a la presencia del fuego. Los principales problemas en esta zona son el establecimiento de nuevas comunidades, la especulación y acaparamiento de tierras y la incursión de las colonias menonitas son sus principales problemas.

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Árboles derribados para iniciar los desmontes en el área protegida municipal Bajo Paraguá, en el municipio de San Ignacio de Velasco. Foto: Cortesía Alcaldía San Ignacio de Velasco.

Charagua es el segundo municipio en el ranking de pérdida de bosques. La directora de FAN explica que la zona está seriamente afectada por sequías e incendios forestales y enfrenta una intensa expansión agropecuaria —de soya y ganadería— ligada a empresas agropecuarias y colonias menonitas.

San José de Chiquitos perdió 139 000 hectáreas entre el 2021 y 2022, debido a los incendios forestales. Y uno de los problemas que enfrenta es el establecimiento de nuevas comunidades. “En los últimos años, San José de Chiquitos ha pasado de tener 23 comunidades indígenas chiquitanas y ayoreas, y 10 comunidades campesinas a más de 300 comunidades. De ellas, formalmente inscritas son solo 30, el resto está vinculada a especulación de tierras”, asegura Calderón.

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Imagen satelital de una zona en la que se ha establecido una colonia menonita. Fuente: GFW / WRI.
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La misma zona de la colonia menonita captada por un satélite. Se puede ver el avance de la deforestación. Fuente: GFW / WRI.

La directora de FAN señala que estos cinco municipios también enfrentan serios problemas climáticos. En todos ellos se ha observado un incremento drástico de temperatura, una reducción de la cantidad de lluvias que tiene que ver con riesgos de incendios forestales y los escenarios futuros son preocupantes.

San Ignacio de Velasco, Charagua, Concepción, Pailón y San José de Chiquitos son los lugares donde se va a experimentar el mayor aumento de temperatura, decremento de las precipitaciones y déficit hídricos muy severos en la época seca, explica la directora de FAN. “Estos escenarios climáticos, más el cambio del uso del suelo, tienen que ver con los incendios forestales y al mismo tiempo los incendios forestales tienen que ver con la pérdida de cobertura de bosque en el país”, agrega Calderón. “La deforestación está avanzando de manera silenciosa y la repetición de los incendios está afectando la dinámica del bosque”, menciona.

Los cultivos de soya detrás de la deforestación

En el municipio de San Ignacio de Velasco, en Santa Cruz, las imágenes satelitales de Global Forest Watch muestran la expansión de la soya. Mikaela Weisse, directora de Global Forest Watch, explica que las áreas deforestadas en enero de 2021 actualmente aparecen con cultivos de soya. “La conversión directa de bosque a soya no es tan normal en otros países. Normalmente pasan algunos años entre la deforestación y el crecimiento de los cultivos de soya, pero en Bolivia hay varios ejemplos donde esta conversión ocurre rápidamente”, señala Weisse.

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El cuadro muestra cómo ha aumentado el cultivo de soya en Bolivia. Fuente: GFW / WRI.

En San Ignacio de Velasco, las imágenes del satélite muestran que es a partir de 2019 cuando se observan las primeras zonas con cultivos de soya. Es entre 2021 y 2022 cuando ocurre una expansión mayor de las áreas con este cultivo.

En el municipio de San José de Chiquitos, también en el departamento de Santa Cruz, donde se han instalado varias colonias menonitas, la soya también se ha convertido en uno de los principales cultivos en expansión.

Natalia Calderón, de FAN, añade que la presencia de “las colonias menonitas es una situación que preocupa” y que es difícil tener información correcta sobre la extensión de las colonias y el tipo de uso que dan a la tierra, pero se sabe que el cultivo principal de estas colonias es la soya. “En 2015 había alrededor de 52 colonias y estamos observando más de 100 en 2022 según datos de la Fundación Tierras”.

Un análisis realizado por el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés) muestra que las colonias menonitas “han causado un tercio (33 %) de la deforestación de soya en la Amazonía boliviana en los últimos 5 años”. Los datos de la publicación Menonitas y deforestación por soya en la Amazonía boliviana, realizada por MAAP, también indican que estas colonias han ocasionado la pérdida de 210 980 hectáreas de bosque —el 23 %— de la deforestación por soya en Bolivia entre 2001 y 2021.

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Campos de soya y cinturones de refugio forestal en Bolivia. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay.

“Esta deforestación por soya impulsada por los menonitas alcanzó su punto máximo en el 2016 (31 728 hectáreas), tras un pico anterior en el 2008. La deforestación de los menonitas para cultivos de soya ha sido relativamente alta (mayor a 2000 hectáreas) todos los años desde el 2001 hasta el 2020”, se indica en la publicación.

Marlene Quintanilla, directora de investigación de la Fundación Amigos de la Naturaleza, señala que actualmente “el fenómeno que impacta más [en la deforestación] es la presencia de los menonitas”.

Quintanilla destaca lo que sucede en El Chaco —un ecosistema que Bolivia comparte con Brasil, Argentina y Paraguay—, cuya deforestación se ha acelerado en los últimos años. “Muchos productores agropecuarios, sobre todo menonitas, están ingresando a Bolivia, porque el precio de la tierra en Bolivia es más barato que en Brasil, Paraguay y Argentina. Entonces, hay un escenario favorable para el capital extranjero como es el caso de los menonitas, pero también para brasileños, paraguayos y colombianos”.

Las colonias menonitas en Bolivia se enfocaron inicialmente en el Chaco —explica Quintanilla—, pero ahora ellos están en San José de Chiquitos y San Miguel de Velasco, que son el corazón de la Chiquitania y la zona que se conecta con la Amazonía. “Es ahí donde vemos una gran predominancia de colonias menonitas, pero también otros actores internacionales”.

Quintanilla agrega que si bien la soya es el principal cultivo de las colonias menonitas, también están el girasol y el sorgo.

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El cuadro muestra cómo ha variado la pérdida de bosque primario en Bolivia. Fuente: GFW / WRI.

Mauricio Tomichá, presidente de la Organización Territorial de Base (OTB) de Palmarito de la Frontera Territorio Indigena Monte Verde, recuerda que entre los años 2016 y 2017 colonias menonitas compraron propiedades privadas alrededor del territorio indígena. “En ese momento vimos esa amenaza de la colonia menonita y decidimos ampliar el manejo forestal de 5000 hectáreas a 10 000 hectáreas para resguardar los bosques”.

Tomichá agrega que desde entonces han sido testigos de la deforestación a gran escala en los lugares adquiridos por las colonias menonitas. “Actualmente esto es imparable y es la gran preocupación que tenemos como comunidades. ¿Hasta dónde podemos aguantar con estos cambios?”, se pregunta.

Otro de los factores que está afectando a los bosques es la invasión de tierras. Quintanilla comenta que quienes se instalan en tierras fiscales o del Estado deben consolidar un derecho propietario para solicitar el título de propiedad —explica Quintanilla— y eso significa talar el bosque e iniciar una actividad agrícola. “En Bolivia se debe demostrar que se está cumpliendo una función económica en el bosque para pedir la titulación y eso significa eliminar este bosque. Por eso uno de los drivers más importantes de la deforestación es, justamente, la creación de nuevos centros poblados”, explica la investigadora de FAN. Adicionalmente, continúa Quintanilla, al establecerse nuevos centros poblados se genera la necesidad de nueva infraestructura, caminos y carreteras, por tanto, se genera un mayor acceso al bosque.

En el Chaco, la infraestructura se presenta como el driver más importante de la deforestación, sobre todo por obras que se han construido sin licencia ambiental, como ocurrió con un puente construido por una colonia menonita sobre el río Parapetí que se levantó sin permiso alguno. “Esto no se ha frenado en su momento y ha derivado en un aumento significativo de la deforestación en el Chaco”, comenta Quintanilla.

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La imagen muestra una zona con cultivos de soya en la que aún se observa zonas boscosas. Fuente: GFW / WRI.
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En esta imagen de enero de 2023 las zonas boscosas han desaparecido. Fuente: GFW / WRI.

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Según el último análisis de MapBiomas Chaco sobre cambio de uso y cobertura del suelo, entre los años 1985 y 2022 se han perdido 14.4 millones de hectáreas de vegetación natural en toda la región de Chaco.

La amenaza para los pueblos indígenas

Miguel Vargas, director ejecutivo del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis) de Bolivia, señala que durante los años 2019 y 2020, cuando el país enfrentó la mayor catástrofe por incendios forestales, estos ocurrieron principalmente en la región de la Chiquitania y el Chaco, donde existe una política del Estado para ampliar la frontera de la agroindustria a la región de Santa Cruz.

“Allí existen territorios indígenas consolidados de los pueblos chiquitano y ayoreo pero, por sus características culturales, demográficas y el proceso de asimilación que ha sufrido desde las iglesias evangélicas y desde el propio Estado, se encuentran en situación de vulnerabilidad”, dice Vargas.

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Área Protegida Municipal del Bajo Paraguá, en el municipio de San Ignacio de Velasco, en la Chiquitanía, es una zona expuesta a invasiones. Foto: Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano.

Los incendios forestales del 2019 y 2020 que arrasaron con casi seis millones de hectáreas de territorio forestal se trasladaron a la Amazonía. Vargas explica que “esto se genera a partir de una modificación al plan de uso de suelos (PLUS) del departamento del Beni que repercute en una mayor presencia de focos de calor. Los efectos de los incendios solamente en un año fueron realmente catastróficos para los territorios indígenas”.

Vargas señala que en el departamento del Beni está el mayor número de territorios indígenas de tierras bajas. “Este impacto en los biomas se está haciendo más presente en la Amazonía y la tendencia es a profundizar esta crisis. La ley PLUS, aprobada en 2019, no contó con la con la participación de las organizaciones indígenas, por el contrario, los que trata es consolidar este modelo que ve a la Amazonía Norte y Sur como el mejor escenario para expandir el modelo extractivista”.

*Por Yvette Sierra Praeli para Mongabay LATAM.