La ancestral técnica de terrazas de cultivos se originó en la época de los Incas, quienes para ese entonces eran una de las civilizaciones que mejor sabia aprovechar las tierras. Esta práctica guarda algunos secretos que consisten en aportarle gran relevancia a la adaptación del clima y al ecosistema. Las complejidades geográficas pasan a ser un problema de segundo plano en medio del desarrollo de la técnica, ¿cómo es posible esto? Tanto la disposición del espacio como el fin de la agricultura juegan un papel importante.

A pesar de los años que tiene la cultura Inca extinta, algunas de las terrazas construidas por estos indígenas se mantienen en la actualidad; creaciones que aún garantizan el derecho a la alimentación de los pueblos del altiplano andino. El hecho de que se mantengan y se sigan utilizando demuestra su gran utilidad, por lo que es importante conocer de qué tratan esta modalidad en la agricultura.

¿Qué son las terrazas de cultivos?

También conocidas como terrazas agrícolas, es el resultado utilizar la práctica de cortar las zonas planas de un paisaje montañoso. Con el objetivo de producir cultivos, especialmente de maíz.

Este tipo de agricultura se ha utilizado en todo el mundo, desde Asia en campos de arroz, hasta las empinadas laderas de los Andes en América del Sur. Pero quizás su uso más famoso es en los arrozales. Ya que existen pocas áreas lo suficientemente grandes para este tipo de cosecha, la cual necesita de una gran cantidad de agua y una zona plana que se pueda inundar fácilmente. Por ello, las terrazas de cultivos son las formas más inteligentes de conseguir la cosecha.

Si hablamos en términos de prácticas agronómicas, las terrazas de cultivos son construcciones en lomas de tierra a lo ancho de una pendiente con un canal plano. O también puede ser en explanada para detener la erosión del suelo y controlar el escurrimiento de agua. Es decir, son escalones que se hacen en laderas con la finalidad de contar con superficies adecuadas para la siembra.

Sistema de cultivo de terrazas

Terrazas de cultivo ¿En qué consisten?: ¿Cómo eran las de los incas?
Arrozales en Asia

Una de las razones principales para utilizar un cultivo de terrazas es hacer un uso más eficiente del recurso agua. Si se cuenta con un terreno con pendiente y se quiere cultivar en él de manera exitosa, una de las mejores alternativas es aplicar este sistema que ha estado presente desde tiempos coloniales.

Un sistema de terraza necesita de la construcción de rebordes transversales y planos en la tierra por medio de pendientes. A su vez, estas incorporan un canal por encima o alrededor del borde para mantener un control del agua por escorrentía. Este recurso es capturado en las terrazas para luego extenderse a través del campo o arrozal.

Por lo general, las terrazas poseen un ángulo hacia abajo en un grado leve para permitir que el exceso de agua se escurra al siguiente nivel. Y sobre todo en las regiones con escasez de precipitaciones y suelos absorbentes, estas se construyen con superficies niveladas.

Básicamente, existen tres tipos de terrazas de cultivos. El tipo más común es el bancal, ya que minimiza la pendiente del terreno. Y el canal de agua de escorrentía drena desde la parte superior a la parte inferior en las plataformas individuales. De esta manera, garantizan una distribución homogénea y uniforme de agua.

Por otro lado, está la de contorno con grado constante, que se utilizó por primera vez en los campos estadounidenses en la década de 1930 con el objetivo de controlar la erosión. Esta se construyó de manera que sigan los contornos del terreno con una pendiente suave. Y también está la terraza paralela, que se construye y está esparcida de forma paralela.

¿Cómo funcionan las terrazas de cultivos?

El funcionamiento de las terrazas se basa en el aprovechamiento de tierra que de otra manera no serviría para el cultivo de plantas. Los escalones que se construyen en este tipo de agricultura son eficaces para el control de la erosión hídrica. Ya que al disminuir la velocidad del agua hace que el proceso de infiltración sea mejor, contribuyendo así al incremento de agua disponible en el perfil del suelo.

En los campos que son típicos de montañas o colinas, con intensidad de pendientes, también se puede observar mayor erosión en el suelo. Y esto se debe a que mientras mayor sea la intensidad de la pendiente, la velocidad con la que se escurre el agua es mayor y por lo tanto, la erosión también lo es.

Las terrazas para cultivos evitan de manera directa que el escurrimiento sea rápido y que la erosión se origine en el terreno. Para lograr esto, utilizan un canal y un bordo que tiene como finalidad reducir la longitud de la pendiente, o que evita que el agua que no se puede infiltrar alcance la velocidad erosiva, ya que el canal de la terraza interrumpe su descenso violento.

A su vez, las terrazas evacuan a un canal colector, el cual se encuentra bien empastado por que recibe toda el agua que no se infiltró. Este canal colector finaliza en algún desagüe natural, arroyo o cañada.

Técnicas de las terrazas de cultivos

Las técnicas que se utilizan para la construcción de estas terrazas provienen de los pueblos originarios de la región andina. Estos andenes en colinas y montañas se construyen siguiendo “curvas de nivel”, las cuales consisten en líneas que unen puntos de igual altura. O bien puede ser con una pequeña pendiente que permita que el agua escurra sin capacidad de erosionar el suelo.

Para lograr determinar la distancia correcta entre terrazas, se debe tomar en cuenta la inclinación del terreno, la frecuencia de precipitación, tipo de suelo y cultivo a realizar. Y además, para que un sistema de terraza sea efectivo se debe usar la combinación de otras prácticas. Entre estas, las más importantes es el surcado de contorno, cultivos en fajas y rotación de cultivos.

El manejo de cada una de estas técnicas se realiza de acuerdo a la capacidad de uso del terreno. También se requiere de un sistema de manejo de agua para almacenar el exceso de agua.

De acuerdo a las técnicas que se utilicen para la construcción de terrazas, puede variar que una planta logre prosperar o no. Por ello, la adaptabilidad de estos sistemas también depende de factores como el clima, topografía, erosión y pedregosidad.

A día de hoy es habitual encontrar hasta frutales en terrazas. Pero este sistema en cualquiera de sus variantes que parece moderno, es la herencia de quienes lo utilizaron hace cientos de años para asegurar su supervivencia.

¿Cómo eran los cultivos de los incas?

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La cultura inca tuvo una especial preocupación por encontrar formas para mejorar las condiciones del suelo hasta hacerlo fructífero. Por esta razón, las terrazas de cultivos era la técnica de siembra más utilizada por estos antiguos agricultores en Perú y otras regiones andinas. Una práctica que permitió utilizar la tierra que parecía inservible para la siembra de maíz, papas y otros alimentos.

Factores como la variedad del clima y terrenos difíciles llevaron a los incas a buscar diversas soluciones, encontrando así muchas formas de hacer frente al problema. Claro está que la medida más conocida eran las terrazas o andenes, las cuales tenían una gran importancia. Aunque demandaban movilizar mucha mano de obra, el estado inca podía realizarlo con relativa facilidad.

Con el pasar del tiempo, fueron desarrollando mayores conocimientos y tecnologías acerca del cultivo de plantas. De esta manera, la agricultura se convirtió en la primera actividad que sustentaba toda la vida económica del gran imperio. Tal es el caso de las terrazas de Moray, en el departamento de cusco, que se cree que ha sido un centro experimental para el manejo de especies silvestres.

Entre las principales plantas de cultivos de las que se encargaron los incas; se encuentran los granos como el maíz, kiwicha, quinua y kañiwa. Leguminosas como frijol, ñuña, pallar, tarwi y pajuro. Raíces en las que se consideran la maca, achira, camote y yacón. Tubérculos como olluco, papa, mashua y oca.

Asimismo, Cucurbitáceas como caiga y zapallo. Condimentarías como ají y rocoto. Y frutas como chirimoya, papaya, pepino dulce, aguaymanto, tomate y pacae. Entre otras que se pueden encontrar como parte de la biodiversidad de la zona.