Van Gogh dijo sobre la tristeza: “Uno se siente como si estuviera acostado con la mano y el pie en el fondo de un pozo profundo y oscuro, completamente indefenso”. Hoy él postimpresionsta es considerado uno de los genios creativos más importantes de la historia.

Si vemos en las personas más creativas de la historia, parece que su talento artístico está íntimamente ligado a una tristeza que va más allá de ellos. Depresivos, suicidas, melancólicos y más, su trabajo a veces es hermoso por enseñarnos su dolor, que más que personal, se vuelve universal.

Fuente: Wikipedia

Por mucho tiempo se ha tenido esto como cierto. Incluso Aristóteles decía que las personas con inclinación a la poesía, filosofía y arte vivía con un pie en la melancolía. Pero ahora la ciencia también está detrás de esta noción. Modupe Akinola, profesora de la Universidad Columbia escribió el ensayo “El lado oscuro de la creatividad: Vulnerabilidad biológica y emociones negativas que llevan a un mayor éxito creativo”.

En su estudio Modupe reunió a varias personas a las que les hacía preguntas acerca de su vida y les pedía que respondieran afirmando o negando con la cabeza, después les pidió que hicieran un collage. Las personas con respuestas negativas, cercanas a la tristeza y depresión , siempre hacían mejores collages que las que se encontraban felices.

El estudio demuestra que los estados de la tristeza nos hacen más atentos al detalle y nos permiten enfocarnos mucho más, sobre todo, no hacen “sentir” mucho más. De acuerdo a un profesor de la Universidad del Nuevo sur de Gales, en Australia: “la tristeza y angustia promueven estrategias de procesamiento de información más adecuadas para enfrentar situaciones más exigentes".

De hecho, hay quienes creen que la tristeza, o por lo menos la melancolía, son armas necesarias para el arte y el trabajo creativo que la defienden. En una época en la que la depresión se alza como nunca en la vida, Eric G. Wilson, escritor del libro “En contra de la felicidad: a favor de la melancolía” dice lo siguiente:

“Hay una línea muy fina entre lo que yo llamo melancolía y lo que la sociedad llama depresión. En mi opinión, lo que separa a los dos es el grado de actividad. Ambas formas son más o menos tristeza crónica que conducen a una continua inquietud con respecto a cómo son las cosas: los sentimientos persistentes de que el mundo tal como está no es del todo correcto, que es un lugar de sufrimiento, estupidez y maldad.

La depresión (como yo la veo, al menos) causa apatía ante esta inquietud, el letargo se acerca a la parálisis total, la incapacidad de sentir mucho de una manera u otra. En contraste, la melancolía (según yo) genera un sentimiento profundo con respecto a esta misma ansiedad, una turbulencia del corazón que resulta en un cuestionamiento activo del status quo, un anhelo perpetuo de crear nuevas formas de ser y ver.

Nuestra cultura parece confundir a estos dos y, por lo tanto, trata a la melancolía como un estado aberrante, una amenaza vil a nuestras nociones generalizadas de felicidad: la felicidad como gratificación inmediata, la felicidad como comodidad superficial, la felicidad como satisfacción estática”.

La tristeza y la creatividad son fuerzas poderosas en el ser humano. Es difícil pensar que una depende de la otra y en muchas ocasiones no es cierto, no tienes que estar triste para ser creativo. Sin embargo, la próxima vez que te sientas mal por una u otra situación, intenta hacer algo creativo: escribe como te sientes, pinta, dibuja, canta, toca algún instrumento. Lo peor que puede pasar es que saques tu estrés y tristeza.

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