Elizabeth Gilbert es una escritora, novelista, ensayista estadounidense. Estudió Ciencias Políticas en Nueva York, sin embargo al terminar su carrera, se dedicó a experimentar la vida como cocinera, camarera, entre otros trabajos, con el propósito de poder escribir luego sobre estas experiencias.

La escritora obtuvo su fama gracias al libro, «Comer, rezar, amar», publicado en 2006, en donde narra en primera persona la búsqueda espiritual que emprendió durante un año, viajando a Italia, la India y Bali.

Luego de su éxito literario, la autora buscó una nueva perspectiva de analizar el proceso creativo. En esta brillante charla Ted, Elizabeth nos enseña un gran truco para poder sobrellevar la presión que amenaza a todas las personas creativas: aceptar la inspiración como algo que llega de afuera y no como algo interno.

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Motivo principal que inspiró a Elizabeth a realizar esta charla

Elizabeth comienza la charla hablando sobre el libro "Comer, rezar, amar", que para su sorpresa se convirtió en un bestseller internacional. La autora se pregunta: ¿cómo empiezas un nuevo libro, después del que ha sido un éxito mundial de ventas, hasta el punto de haberse hecho una película?.

Por otro lado, menciona que gracias al éxito de su libro, la gente empezó a tratarla como si estuviera “acabada”, como si el momento de gloria ya hubiese pasado y que por esa razón, todo lo que escribiera luego no estaría a la altura de su exitoso libro.

Con mucha sinceridad y gracia, Elizabeth menciona que tiene miedo de un montón de situaciones y fantasías que le juegan una mala pasada en su cabeza, pero ¿es racional tener miedo del trabajo que sientes que viniste a hacer en la tierra?.

Pensamientos ERRÓNEoS SOBRE LA CREATIVIDAD

Be creative

"¿Qué tienen las actividades creativas que nos hacen preguntarnos sobre nuestra salud mental de una forma que otras carreras no lo hacen?"

Las personas creativas y los artistas, menciona Elizabeth, tienen la reputación de ser muy inestables mentalmente. Hemos aceptado por mucho tiempo la idea de que creatividad y sufrimiento van de la mano y que por ende el arte siempre lleva a la angustia. Durante los 18 minutos que dura la charla, lo que hace esta autora es desmitificar esta idea.

IDEA DEL GENIO Y EL DEMONIO

En las sociedades antiguas, se pensaba a la creatividad como un acompañante espíritu divino que venía a los humanos por razones remotas. A este espíritu, los griegos lo llamaban “demonio” y los romanos “genio”, el cual ayuda al artista con su trabajo.

Esta idea del genio se trasladó tal cual a Occidente. Sin embargo, con el pensamiento humanista racional, las personas empezaron a creer que la creatividad provenía sencillamente del ego del individuo. Por ende, la gente empezó a catalogar a tal artista como “genio”, en lugar de tener un genio.

Elizabeth cree que esto fue un gran error, porque se le permite a un simple humano creer que es el contenedor, la fuente, esencia y origen de todo misterio divino creativo, lo cual es demasiada responsabilidad para una simple mente humana. Esta idea distorsiona egos y crea demasiadas expectativas y exigencias en el proceso creativo y el respectivo desempeño.

LA Arbitrariedad del proceso creativo

Sabemos que el proceso creativo no es racional. La autora menciona que le han llegado ideas provenientes de una fuente a la que no puede identificar. ¿Cómo podemos relacionarnos con eso sin que nos haga perder el juicio sino que nos haga mantenernos cuerdos?

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Mujer sosteniendo un cartel de lámpara

Una forma es dejar de pensar que tenemos un genio interior que nos atormenta y que nos genera ansiedad si no le damos cabida o si no lo escuchamos en el momento y lugar adecuado. La idea es poder empezar a ver el proceso creativo como una colaboración singular entre uno mismo y ese “espíritu creativo” tal como lo llamaban los romanos.

Elizabeth cuenta que esta idea la salvó de la desesperación y ansiedad que tuvo cuando escribía “Comer, rezar, amar”. El proceso de escritura no iba bien, causándole una angustia enorme ya que pensaba que ese libro iba a ser un total desastre. Este pensamiento llegó a tal extremo que estuvo a punto de querer abandonar el proyecto.

Poder considerar que las ideas vienen a nosotros, como una especie de “préstamo”, la ayudó a pensar que si el libro era un total desastre no iba a ser del todo la culpa de ella, así como también si era un éxito tampoco iba a tener toda la responsabilidad. Por eso, su miedo y expectativas disminuyeron: se dedicó solo a hacer su trabajo.

Ese es el mejor consejo que nos deja la autora. “Haz tu trabajo”. Si tu trabajo es bailar, baila; si es escribir, escribe. Si el genio de la creatividad, quiere ir hacia a tí gracias a tus esfuerzos y dedicación, ¡Bravo! Y sino lo hace, bravo a tí también por tener ese amor y tenacidad de mantenerte haciendo tu trabajo.

¿Qué te ha parecido esta maravillosa charla Ted?