La princesa china Lei-Tsu estaba tomando el té bajo una morera (árbol cuyas hojas son el alimento de los gusanos de seda) cuando cayó un capullo sobre su taza. Al sacarlo, por acción del agua caliente, obtuvo un finísimo hilo: la seda. Hasta aquí la leyenda.

Varios siglos más acá en el tiempo, y con veracidad comprobada, China es el principal productor mundial de seda. Pero en América Latina, la "reina” de las fibras naturales también se produce, en pequeña escala, y con un enfoque sustentable.

"Proyecto Seda”, ideado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, INTI, de Argentina, y en la actualidad con presencia también en México, Colombia, Ecuador, Cuba y Brasil, busca contribuir a la reducción de la pobreza en varios países del continente mediante el desarrollo de la sericicultura.

La iniciativa "fortalece instituciones latinoamericanas vinculadas con la seda y brinda asistencia técnica a productores y artesanos”, con especial énfasis en la sustentabilidad y la equidad de género, según explica a DW Patricia Marino, coordinadora técnica del proyecto.

Saberes ancestrales

"Desde mi infancia, le di de comer a los gusanos de seda, aprendí de mi abuelita y de mi mamá, son prácticas que se han enseñado de generación en generación” cuenta a este medio Natividad Zárate López, desde la Sierra Zapoteca del Estado de Oaxaca, en México, "y a través de los años, me convertí en productora y artesana de la seda”, cuenta con orgullo esta mujer, hoy de casi 70 años, y una de las beneficiarias del programa.

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Los gusanos de seda se alimentan de las hojas de morera.

"En algún momento, los oficios artesanales de la seda estuvieron en proceso de desaparecer”, relata, "ya sea por la escasez de las hojas para la alimentación de los gusanos de seda, o porque los conocimientos del proceso quedaban en manos de las creadoras más ancianas de la comunidad”, recuerda. "Pero hoy veo cumplido mi objetivo”, saluda, orgullosa, tras la creación del taller Bienhi ("la luz del nuevo día” en lengua zapoteca), que reúne a una decena de familias artesanas y productoras de seda de la región.

"Todo el proceso ha sido un amor a primera vista”, dice, asimismo, Luz Iris Ramírez Orozco, de Belén de Umbría, departamento de Risaralda, en Colombia, a este medio. "Todos los pasos del oficio artesanal me encantan: la tintorería, el diseño y la elaboración”, detalla la artesana, dedicada tanto a la elaboración de tejidos en telar manual, como al proceso de tintorería de las fibras de seda.

"Ha sido también un modo de generar recursos económicos”, evalúa satisfecha, "tanto para mí, como para las otras integrantes de la asociación Arte&Seda”, indica.

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Financiación para emprender

El Proyecto macro, financiado por el Programa Adelante de la Unión Europea, prevé tanto apoyar iniciativas ya en curso, como acercar a mujeres, familias y comunidades, e incentivarlas a dedicarse a la sericicultura.

Entre las ventajas, sus organizadores señalan: "La cría de los gusanos requiere apenas un mes, no se utilizan productos contaminantes, son tareas sencillas y livianas, no se requieren grandes inversiones iniciales, no es necesaria una gran superficie cultivada, y se realiza como actividad complementaria”, propugnan.