Con denodada preocupación, la ONU ha declarado que más de 100 millones de hectáreas de tierra fértil se pierden cada año. Según un informe, con datos estadísticos, esta tendencia parece incrementarse en las próximas décadas.

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La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD)

Una reunión donde delegados de muchos países han relatado el viacrucis de los suelos fértiles en sus naciones. La información recabada ha servido de insumo para redactar un documento donde se revelan los trances de las topografías destinadas a la siembra.

La información revela que, durante el quinquenio 2014 y 2019, un total de 420 millones de tierras se deterioraron en el planeta. Para expresar una imagen de esta magnitud, es una cantidad que equivale al tamaño de cinco países de Asia Central.

México e India han sido los países con reportes más acentuados relativos a perjuicios en parcelas usadas para labranza. Estos menoscabos son heterogéneos, abarcando desde la desertificación a la contaminación extrema de estos cotos agrícolas.

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imagen de los árboles luego de ser cortados

Algunos datos del informe elaborado por la ONU

Con la participación de 115 países, la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación es una fuente de datos de gran provecho para discernir esta problemática. Entre los aspectos a considerar tenemos los siguientes:

- Se recabó información del deterioro de suelos entre los años 2014 y 2019. En tiempos más recientes, la pandemia complicó obtener referencias detalladas.

- Es perentorio concretar la recuperación de 1.500 millones de hectáreas de tierra degradada para el año 2030. Por ende, hay que empezar de inmediato a ejecutar este rescate de geografías agrícolas, ya que el tiempo apremia.

- Los suelos que se deben recuperar son: pastizales, bosques y zonas de cultivo. Los ecosistemas requieren atención integral. El daño a suelos aledaños afecta también a las zonas de siembra.

- El cambio climático lesiona las superficies agrícolas. Esta alteración del clima invoca sequías, subidas de temperaturas y trastoca los ciclos estacionales que los suelos necesitan para recuperar su manto de nutrientes.

- La ganadería es bastante destructiva, pues se acaba con pastizales enteros que protegen la capa orgánica de las tierras. Además, es una actividad que libera ingentes cantidades de CO2, aumentando así los detonantes del cambio climático.

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El informe de la ONU culmina sus página con una alerta: ¡la seguridad alimentaria del planeta depende del salvamento de las tierras para la agricultura! Los datos atestiguan que ya es momento de proteger los suelos del mundo.

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¿Qué le depara al planeta si los suelos agrícolas continúan deteriorándose? La humanidad depende de la siembra para obtener alimentos, por lo que urge cuidar estos terrenos que permiten la alimentación mundial.

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INFOBAE