Cuando de pequeños visitamos un acuario vemos a delfines y orcas saltar, jugar y divertirse… Pero al crecer entendemos la crueldad de su realidad. Están encerrados, en cautiverio, obligados a nadar en círculos en reducidos espacios y así transcurre su vida, y en muchos casos solos, totalmente aislados de otros seres de su especie. Si nos ponemos tan solo por unos minutos en su lugar, ¿qué sentirá nuestro cuerpo? ¿Qué emociones experimentaremos?

Eso es lo que hizo Alberto Lorente, el nadador profesional conocido como @elhombredelasaguas. ¡Se puso en su lugar! «Hace poquito, de una asociación me dijeron que una orca que medía 7 metros, estuvo 30 años en una piscina de 12 de diámetro. No era ni el doble de su dimensión. Por eso hemos intentado encontrar la piscina más pequeña posible para intentar simular al máximo esta tortura física», explica. Su objetivo era muy claro, concientizar a la humanidad sobre el cautiverio que sufren tantos cetáceos en España, especialmente los delfines y orcas.

Afrontó el desafío de nadar 24 horas en círculos en una pileta de 8 metros de diámetro por 74 centímetros de profundidad, instalada en el Mirador Cala Morisca, en El Garraf (Barcelona), el pasado 21 de septiembre a las 18 hs, y debía finalizar a la misma hora del día siguiente. .

Con un objetivo claro, Alberto Lorente, afrontó el desafío de nadar 24 horas en círculos: concientizar a la humanidad sobre el cautiverio que sufren tantos cetáceos en España, especialmente los delfines y orcas.

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Si bien el reto era nadar durante 24 horas, no pudo llevarlo a cabo, sólo logró nadar en círculos durante seis horas. Lorente compartió la situación que vivió: «Fui asistido por un equipo de salvamento y socorrismo porque vomitaba incluso las biodraminas -medicamento para paliar los efectos del mareo- y decidieron que había que parar». Durante el desafío, llegó a tener una temperatura corporal de 34,1 grados, es decir, un estado de hipotermia que, junto con las altas horas de la noche y el hecho de estar dando vueltas en el mismo sentido durante tantas horas, le provocó vómitos constantes.

A pesar de no haber logrado su reto de nadar las 24 horas, sí conseguió visibilizar la problemática y denunciar que España es el país con más cetáceos en cautiverio de Europa (más de un centenar de animales).

«Voy a nadar en círculos como un cetáceo en cautiverio. Voy a intentar simular al máximo esa tortura física»

Antonio Llorente, «El hombre de las aguas», antes de comenzar su reto.

No quiere los récords

La empresa Libro Guinness se puso en contacto con él para darle dos récords: por el mayor número de horas nadando en círculos y mayor número de kilómetros nadando en círculos. Pero los rechazó: «Agradezco los récords, pero no los quiero», respondió el nadador, que, según subrayó, solo los hubiera aceptado en el caso de haber completado el reto de 24 horas.

El nadador de Viladecans tiene en su ‘palmarés’ el récord de nadar durante 30 horas en una piscina a contracorriente, el de rodear toda la isla de Mallorca en 90 horas y el de nadar a ciegas el mar abierto durante aproximadamente 50 kilómetros.

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Un reto, una vida

Alberto Lorente es un padre de familia de 35 años y conductor de autobús público en Barcelona. Pero además de ello, es un nadador de toda la vida. Empezó en este deporte a los 3 años, hasta que a los 18-19 años dejó el nivel competitivo. Tras un tiempo quiso volver, pero de una forma diferente.

«Dando sentidos a mis brazadas», recalca. Así surgió el proyecto ‘Un reto, una vida’, con el que busca dar visibilidad con cada reto a una asociación diferente.

«Cuando volví a nadar tuve una época complicada. Lo primero es que falleció mi abuelo por un cáncer. Tenía vínculo con él. Mi cuñada me dijo ‘qué te parece si hacemos algo para que tu brazadas tengan sentido’, y desde entonces intentamos que cada reto tenga un fin diferente», explica respecto de dónde sale ese lado solidario.

Eso es lo que busca, mucho más allá de los récords. Quiere que el mensaje llegue. Dentro de esta campaña, visitaron recientemente un parvulario para que los más pequeños sean conscientes de la realidad en la que viven estos animales. «Educar a las nuevas generaciones es prioridad», comenta al respecto.

Pero si hay algo que lo hace feliz más allá de los récords, es el afecto y agradecimiento de aquellas personas a las que ha conseguido ayudar o inspirar. «Es la mejor recompensa. Cuando te dan cariño, te agradecen, e incluso les ves las lágrimas. Un abrazo o un beso al final del reto. Más allá del récord mundial, del dinero que hayamos recaudado… es la mejor recompensa, lo digo de verdad», explica.