Repasaremos los mitos sobre gatos a lo largo de la historia más fascinante. Puesto que no existe duda de que los gatos han sido compañeros del ser humano de forma doméstica desde hace un largo tiempo. ¿Lo sabías?

Existen muchos mitos sobre gatos, algo que ofrece la oportunidad de conocer la enorme imaginación que posee el ser humano. Además del temor o respeto que sienten hacia este animal desde los inicios de la historia.

¿Cuáles son los mitos sobre gatos más populares?

Mitos sobre gatos

Quien dice que los gatos son traicioneros, es porque jamás llegó a tener uno. Pero, el que tiene un gato de mascota por primera vez, se aferrará como animal de compañía. Pese a la gran cantidad de mitos que existen sobre los gatos.

Si en algún momento has escuchado mitos sobre gatos, probablemente uno de ellos sea que los gatos tienen siete vidas. Este proviene de la idea de que los gatos “se suicidan” si se llegan a caer de una cornisa. Pero la verdad es que al caer de pisos demasiado altos, poseen la capacidad de casi volar.

Cuando el gato cae de espalda, desde un piso muy elevado, posee la habilidad de darse vuelta en el aire. Abriendo sus patas en forma de paracaídas, dirigiendo la caída en diagonal. Transformando así la caída de un piso 15 en un impacto desde un segundo piso. Donde el animal recibe tan solo lesiones mínimas. A pesar de esto, los gatos poseen solo una vida. Otros mitos sobre gatos son:

Los gatos negros

Este es otro de los mitos sobre gatos más famosos. En la Edad Media, muchas personas pensaban que los gatos negros eran brujas que se transformaban en animales. Y que al encontrarse con ellos al estar en la calle, era un símbolo de mala suerte.

Evidentemente, este es un prejuicio infundado. Ya que el color negro es producido de forma natural en los gatos, al igual que en los perros, un aspecto que se encuentra relacionado con la acumulación de melanina. Dicha característica es genética, por lo que no posee ninguna influencia en el comportamiento del animal.

Ojo de gato

También es mito sobre gatos que hace referencia a sus ojos. Al iluminar a un gato en la ruta, en el fondo del ojo se puede observar algo metálico. A esta característica se le conoce como tapetum, permitiendo la captura de luz en la noche para una mejor visión. El ser humano capturó esto, y tratando de imitar al gato, colocó ojos de gato en las bicicletas y en los autos. Si son enfocados con la luz, tienen un efecto reflector con cierta potencia.

Jólakötturinn, el Gato de Yule

Este es uno de los mitos sobre gatos más curiosos, puesto que en Islandia, las personas le temen al Jólakötturinn, el Gato de Yule. Que merodea por la campiña en busca de personas para alimentarse. Dicha creatura no desea comerse a cualquiera, sino a aquellos que no lleven ropa nueva para la Nochebuena.

Se trata de un mito que se ha extendido entre los granjeros, quienes relatan este cuento a sus trabajadores como un incentivo. Para que terminen de procesar la lana antes de la llegada del otoño. Dicha fábula se observó impresa por primera vez en el siglo XIX, ganando popularidad hasta los primeros años del siglo XX.

Gato ómnibus

Mitos sobre gatos

Hay mitos sobre gatos que indican que estos animales se parecen a un ómnibus. Puede ser porque los bigotes de los gatos, miden el ancho de su cuerpo. Y, con respecto al ómnibus, a veces posee una especie de resortes, que tienen la medida del ancho.

Los gatos roban el aliento de los bebés

Durante varios siglos, los ingleses pensaban que loa gatos buscaban la forma de meterse dentro de la cuna de un bebé. Con el objetivo de absorber su aliento hasta provocarle asfixia. Algo como esto tiene algunas explicaciones. Una de las más famosas es que se decía que el gato tenía celos de que el recién nacido le robara la atención de los dueños.

Existen versiones que indican que no eran los celos, sino el olor de la leche que quedaba en los labios del bebé, lo que les daba la inspiración a robar su aliento. Para el año 1791, un jurado de Plymouth en Inglaterra, declaró a un gato de infanticidio por esta razón.

Peligro para las mujeres embarazadas

En ciertas partes de Europa, se considera un peligro que las mujeres embarazadas agarren un gato o le permitan dormir sobre su regazo. También, en Portugal, se decía que los gatos infectaban a los bebés con un lunar o verruga, a menudo peluda. Y en Inglaterra, se pensaba que el bebé nacería con una marca que tuviera la forma de un gato, o con la forma de la cara de un gato.

Provocaron la peste negra

Hacia la Edad Media, además de creer que los gatos estaban relacionados con las brujas y los hechiceros, se pensaba que su mordedura era venenosa, así como su carne. También se decía que si respirabas su aliento, tenías la posibilidad de contraer tuberculosis. Incluso te podían amargar la cerveza si ese era su antojo.

Cada una de estas cosas le dio pie a un mito. Indicando que cuando la peste bubónica se apoderó de Europa en el siglo XIV, matando hasta un 60% de la población, se creía que el Diablo y sus felinos eran los causantes.

El resultado de esto fue que un enorme número de gatos, especialmente negros, fueron eliminados durante la peste. A veces incluso sus dueños eran exterminados. Luego se supo que el culpable de la plaga era la pulga oriental, que vive en las ratas. Como la población de gatos había disminuido, la población de ratas se incrementó en Europa, y también la plaga.

Relatos bíblicos

Mitos sobre gatos

Lilith, conocida como la insubordinada primera mujer de Adán, suele mencionarse en el libro de Isaías. Comúnmente, descrita como una figura demoniaca, que pertenece al folclore hebreo, a la cual le gusta comerse a los bebés. Sin embargo, podía convertirse también en un gato.

De acuerdo con algunos judíos sefardíes, Lilith también recibía el nombre de El Broosha. Siendo considerada un demonio que se alimenta de bebés y adquiere la apariencia de un gato gigante. Sobre todo, le gustan los recién nacidos, asechándolos en la noche. Drenando hasta su última gota de sangre, como si se tratara de una clase de vampiro.

Siempre caen de pie

Aunque este es otro de los mitos más extendidos que están relacionados con los gatos, es importante aclarar que no es del todo verdadero. Ya que los gatos, no todo el tiempo, caen de pie, todo esto va a depender de la altura de la que caigan. Debido a que si tienen el tiempo suficiente de darse vuelta en el aire, entonces si caerán de pie. Una habilidad instintiva como esta, es aprendida por los gatos a partir de sus primeros 40 días de edad.

Viven en el mar y tienen la capacidad de causar tormentas

Este es otro de los mitos sobre gatos más extraños que existen. Los pescadores de las Islas británicas, tenían la costumbre de arrojar un poco de pescado al mar para una mítica gata. Según el folclor británico, realmente se trataba de una bruja.

Esta es una historia que indica que la mujer había salido a navegar con un pescador, su prometido. En ese viaje, la mujer maldijo a toda la flota y causó una tormenta que hizo naufragar aquel barco. Una acción que hizo por venganza contra los miembros de la tripulación, que creían que era de mala suerte llevar a una mujer a bordo, por lo que querían ahogarla.

Entonces, los pescadores lanzaban un pescado al mar, con el fin de evitar que la bruja desatara toda su furia contra las embarcaciones. Por otra parte, son muchos los marineros y pescadores que piensan que, si un gato cae por la borda, ocurrirá una tormenta y el barco naufragará.

Los perros y los gatos se odian

Uno de los mitos sobre gatos más clásicos que existen. Dicha enemistad que existe entre estas dos especies es más que conocida, pero no es del todo verdadera. Tanto los perros como los gatos, tienen la capacidad de convivir a la perfección dentro de una misma casa. Siempre y cuando, cada animal respete los espacios del otro.

Para conseguir esta convivencia sea realidad, hay que poner en práctica ciertos trucos. Entre ellos, hacer que se conozcan de a poco, permitir que estén en habitaciones separadas y alternar las habitaciones los primeros días. Algo como esto se hace para que se vayan acostumbrando a los olores.

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Fuente: Muy interesante, Infobae, El periódico.