Se llama Masami Charlotte Lavault, reconocida diseñadora, pero que decidió no hacer más objetos. Ahora, ella es una florista y activista. “Desde que trabajo con plantas no tengo bajones emocionales”, dice.

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Es la embajadora del perfume Flower, de Kenzo

Ella renunció a su anterior empleo porque le pidieron que diseñara una bolsa de piel. No estuvo de acuerdo y regresó a París. Masami Charlotte Lavault es francojaponesa, ahora bastante conocida por su activismo por la naturaleza.

Decidió aprender sobre cultivos y en París creó un espacio de 1200 metros cuadrados. En pleno centro de la capital francesa, ella fundó Plein Air, una granja de flores. Desde ahí, vende flores y plantas por todo París.

“Las granjas de flores son el contrapunto positivo del diseño industrial. Amo los materiales con los que trabajo ahora: la tierra, el agua, las semillas…”, cuenta Masami, quien está contenta de laborar en este tipo de ambiente.

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Fuente: Valery Rizzo

En Plein Air cultiva más de 200 especies de temporada

Ella vende a las floristerías locales, a la vez que tiene clientes en decoración de eventos. Tiene la ventaja de la versatilidad: mientras trabaja con 200 especies, otras granjas especializadas solo tienen una decena de flores diferentes.

Se ha convertido en imagen de lo floral, por lo lo cual Kenzo le ha dado la imagen de su perfume “flower”. Por eso, la hemos visto en un reciente rol de modelaje: posa con el perfume, abrazando gran cantidad de flores.

“El contacto con la tierra es esencial para mi salud mental. Desde que trabajo con plantas no tengo bajones emocionales. Cuando me siento mal vengo a la granja… y funciona. Se desencadena algo químico y a los 10 minutos estoy bien”.

Con las anteriores palabras deja en claro su amor por las plantas. No desea retornar a su antiguo empleo, le resulta impensable. Solo quiere estar en contacto con la naturaleza, algo que ha logrado en pleno corazón de una gran ciudad.

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Fuente: ICON-ICON

Tranquilidad emocional gracias a las plantas

Masami Charlotte Lavault ha aprendido a cultivar la paciencia. Simplemente, entendió que las flores demoran. Debe esperar hasta cinco años para que una planta emita flores y una vez que lo hace solo emiten sus colores una vez al año.

Ya no tiene bajones emocionales, la tierra y el olor de las plantas le dan una serenidad que no desea abandonar. Ha ganado notoriedad, pues acaba de abrir una granja y una escuela para enseñar a sembrar y cultivar en la ciudad.

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¿Conocías a Masami Charlotte Lavault? Ella es un ejemplo de que se puede trabajar con semillas, tierra y volver a la naturaleza en plena ciudad. Además, practica la siembre sustentable: no usa químicos ni abonos artificiales.

Fuente: EL PAÍS.