En consecuencia de la deforestación, los incendios intencionados y el desvío del agua a través de represas, el incendio del Pantanal es uno de los primeros indicios tangibles del cambio climático. Desde enero de este año que arde el humedal más grande de Latinoamérica, uno de los lugares con mayor biodiversidad de la tierra. Intensificado por las altas sequías y el fuego que se extiende por debajo de la superficie, los científicos aún no pueden estimar los daños de la catástrofe.

El Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) ha divulgado números alarmantes. El 1 de septiembre se registraron 6048 focos nuevos de incendio en el Pantanal. Desde enero, ardió el 22% del pantanal y los peores incendios ocurrieron entre agosto y septiembre.

El pulso de inundación

Entre sus beneficios, el humedal regula el ciclo del agua del cual depende la vida de Sudamérica. Sus pantanos, lagunas y afluentes purifican el agua, previenen inundaciones y sequías, y almacenan grandes cantidades de carbono. Esto último ayuda a estabilizar el clima. Al tratarse de un bioma interconectado, los incendios también podrían tener impactos en zonas más distantes.

Hogar de jaguares, tapires y otros animales en peligro de extinción como las nutrias gigantes y los guacamayos azules, se calculan 2,3 millones de hectáreas quemadas. El fuego también destruyó el 85% del mayor santuario de yaguaretés del mundo. Entidades municipales y organizaciones no gubernamentales trabajan juntos para rescatarlos.

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selva quemada
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Mientras tanto, los científicos intentan calcular cuántas vidas animales se perdieron. Hay un número de mamíferos y aves que pudieron huir y volar, pero los reptiles, anfibios y mamíferos pequeños no tuvieron la misma suerte. Animales que suelen refugiarse bajo tierra durante los incendios no pudieron esconderse porque los incendios del Pantanal arden bajo tierra también, alimentados por la vegetación seca de los humedales.

El humedal desborda de agua durante la época de lluvia y se vacía el resto del año. Por su ritmo de inundación y sequía se lo conoce como el pulso de inundación, refiriendo al latido de un corazón. El Pantanal hoy registra la peor sequía de los últimos 47 años, pero este no es el único causante.

La mano invisible

Los ganaderos de la zona han utilizado el fuego para despejar los campos y obtener nuevas tierras por años. Este año, la práctica inconsciente realizada durante una gran sequía causó que los incendios se extiendan del control humano. El fuego que solía quedar contenido por las barreras naturales del humedal se extendió sin control.

La policía local investiga a propietarios sospechados de prender el fuego intencionalmente para preparar el terreno para la agricultura, ya que varios focos de incendios surgieron dentro de sus terrenos. La directora adjunta del Instituto Centro de Vida declaró que son muy raros los incendios espontáneos, la mayoría de ellos se originan en terrenos privados con el objetivo de limpiarlos y acaban extendiéndose a zonas protegidas.

Organizaciones no gubernamentales acusan al gobierno de haber desmantelado los organismos de control y fiscalización ambiental, lo que permitió el avance de propietarios que toman tierra con árboles para cultivo y los queman. Por el otro lado, el gobierno nacional acusa a los indígenas y los agricultores familiares de la región de ser responsables de la catástrofe.

incendio forestal
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Aunque el fuego algún día se extinga, es necesario trabajar sobre el contexto que hoy produce estas catástrofes. Para salvar al ecosistema, los científicos proponen algunas soluciones:

Reducir el cambio climático para evitar que el clima del pantanal varíe entre sequías y precipitaciones extremas.

Implementar prácticas de agricultura sostenible dentro y alrededor del pantanal y ayudar a los propietarios en preservar las zonas naturales de sus terrenos.

• Fomentar el ecoturismo.

No desviar las aguas del pantanal ya que su biodiversidad depende del “pulso de inundación”.