El tabaco es una de las drogas legales que más daño provoca en el planeta. La sustancia es altamente adictiva, pues a pesar de que ya pasaron más de 50 años desde que se comprobó que puede provocar cáncer y otras enfermedades mortales, la gente continúa cayendo ante un vicio destructivo.

En las últimas décadas se han implementado programas para que la gente deje de fumar, sobre todo en América y Europa. La publicidad tradicional es algo prohibido para las grandes campañas tabacaleras, se han eliminado las zonas para que la gente fume en espacios cerrados y más.

Sin embargo, en Asia es donde el negocio continúa más grande que nunca. Muchos países tienen una fuerte adicción al cigarro, sobre todo los hombres, y entre ellos los japoneses son los que más se ven afectados.

Con una cultura laboral que los hace vivir con niveles de estrés imposibles de entender, no es sorpresa que los trabajadores japoneses vivan con un cigarro en la boca y otro en las manos esperando a ser encendido.

Generando el cambio

Cerca de 130 mil personas mueren cada año a causa del cigarro en Japón, además 15 mil muertes se suman por la gente que es fumadora pasiva. Esto es una cifra alarmante en un país con cerca de 120 millones de personas. Por eso cuando un empleado de la empresa Piala se quejó de la baja productividad de los fumadores que tomaban descansos para fumar, en lugar de castigarlos decidió recompensar a otras personas.

La compañía le dio seis días de vacaciones extra a todos los empleados que no fumaran, argumentando que algo así era el tiempo que los fumadores perdían siempre que salían a fumar. Esto no sólo fue una gran noticia para los empleados que no fumaban, también fue una motivación para que el resto de la gente dejara el cigarro.

Se trata de una táctica muy bien planificada que mató dos pájaros de un tiro, aumentó la productividad y ayudó a los empleados a dejar de fumar, además de darles más tiempo libre que muchos países envidiarían.

Tal vez si más empresas hicieran esto, sería mucho más fácil dejar atrás un vicio que desde hace siglos termina con la vida de la gente, pero cuyo efecto parece no importarle a muchos.

Fuente:

CNBC