En la Maternidad provincial de Córdoba, Argentina, Irma Castro, de 60 años, se sienta con ternura en la sala de neonatología, abrazando a un bebé prematuro contra su pecho. La atmósfera tranquila envuelve al pequeño mientras escucha el latido reconfortante del corazón de Irma. Este acto simple, pero lleno de amor, es parte de un programa innovador que busca estimular el desarrollo de bebés prematuros o de bajo peso mediante el contacto humano.

Irma es una de las voluntarias, apodadas "abrazadoras", que dedican su tiempo a ofrecer su piel y su afecto a los recién nacidos que necesitan cuidados intensivos. En un entorno donde las madres pueden estar ausentes por diversas razones, como limitaciones económicas o situaciones personales difíciles, estos abrazos se convierten en un puente vital para el bienestar de los bebés.

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El programa, que cuenta con cerca de 50 voluntarios y una lista de espera de más de 200 aspirantes, se ha convertido en un pilar fundamental dentro de la atención neonatal en la maternidad.

Nancy Sánchez Zanón, jefa del departamento de Neonatología, destaca la importancia de este enfoque humano en el cuidado de los bebés, especialmente aquellos que requieren cuidados intensivos y no pueden estar con sus madres de manera constante.

El contacto piel a piel no solo proporciona consuelo emocional, sino que también ha demostrado tener beneficios significativos para el crecimiento y el desarrollo de los bebés prematuros. Ana María Rognone, coordinadora del programa, señala que el abrazo ayuda a los bebés a crecer más rápido, ganar peso y mejorar su neurodesarrollo.

Los voluntarios, después de recibir capacitación y orientación del equipo médico, se convierten en un apoyo invaluable para las madres y el personal de salud. Su presencia en las salas de neonatología no solo alivia el estrés de los bebés, sino que también proporciona un vínculo vital con el mundo exterior.

Para muchos de los voluntarios, la experiencia de abrazar a estos bebés es profundamente gratificante y emocionalmente enriquecedora. Pierina Vans, una de las voluntarias, comparte cómo el simple acto de sostener a un bebé prematuro en sus brazos puede llenarla de paz y satisfacción.

El programa no solo se trata de proporcionar consuelo a los bebés, sino también de crear un sentido de comunidad y apoyo mutuo entre los voluntarios y el equipo de salud. Como señala Nancy Sánchez Zanón, el cuidado neonatal no se trata solo de medicina, sino también de afecto y conexión humana.

En un mundo donde la tecnología médica a menudo domina el panorama de la atención médica, la terapia del abrazo en la neonatología de Córdoba es un recordatorio poderoso de que el cuidado humano puede ser tan importante como cualquier tratamiento médico. En los brazos amorosos de voluntarios como Irma y sus colegas, estos pequeños luchadores encuentran no solo consuelo, sino también esperanza para un futuro más brillante.

Fuente: El País